¿QUÉ DICE, SEÑORA?

 

La escritora Mariana Enríquez es la reina de la nueva narrativa argentina.

Ella twitteó por estos días su perplejidad al irse a comprar ropa y escuchar en dos lugares que le dijeran “que admiraban que a su edad se animara a cosas juveniles”.

Su edad.

Tiene, además de los más preciados premios y reconocimientos a su escritura, una abundante cabellera canosa que luce con desparpajo a sus 49 años.

Lo comentó en redes, hasta divertida del comentario que poco le importa, pero que no deja de advertir y quizás algún día forme parte de algún artículo periodístico copado de los que escribe o mejor aún, de algunas de sus formidables novelas de terror.

 

También por estos días los medios de comunicación argentinos paralizaron sus transmisiones a media mañana.

La muerte de la gran periodista Magdalena Ruiz Guiñazú movilizó no solo al periodismo de todos los medios sino a millones de personas de todo el país, que rememoraron alguna etapa de su vida inequívocamente ligada a Magdalena en algún medio, en especial la radio.

A lo largo de las casi siete décadas que ejerció su oficio, además del de escritora, locutora y traductora, dejó huella en una sociedad que por estos días la recordó de muchas formas. Entre las más importantes, la labor que realizó en la CONADEP- la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas, creada en 1983 y la redacción del documento Nunca Más, que fortaleció la incipiente democracia de esos años.

Ejerció con pasión su tarea periodística hasta pocos días antes de su fallecimiento.

 

Del otro lado del mar ha muerto una reina.

La reina, más bien, la más longeva de todos los tiempos, La “roca sobre la que se construyó la Bretaña moderna”, la “colonizadora”, “la arpía”, la que provocó más respeto, más risas, mas ira, más enojos y dolor, en especial en la Argentina.

La que ejerció su mandato durante 70 años y tuvo un papel clave en la política del mundo durante el siglo XX y XXI.

Más allá de los epítetos, las calificaciones y las risas con tanto meme suelto, cuando se mira a estas mujeres resulta paradojal y hasta algo extraña la creciente gerontofobia

Esa costumbre de denostar lo viejo per se.

El “¿qué dice, señora?” como descalificación constante por la edad. La opinión liviana sobre lo que debería hacer cada cual a su años, el comentario sobre cómo debiera vestirse, hasta qué tiempo alguien puede postularse para un empleo, hasta cuando ejercer sus capacidades…

En una sociedad en la que los estereotipos de éxito, de placer, de triunfo están asociados a la juventud es lógico cierto prejuicio por la edad, pero la gerontofobia parece estar instaladísima por estos lares como suposición constante de que la edad es una especie de lava del cráter del mal, que avanza solo destruyendo.

Y es una paradoja. Porque sí, la realidad es que los años sobrevienen socavando el cuerpo, a veces trayendo enfermedades, muchas otras arrasando con certezas que creíamos bien puestas en su lugar.

Pero la vejez, en realidad es otra cosa.

La vejez es más bien la indiferencia.

Y no veo que ninguna de estas mujeres hayan sido indiferentes a sus vidas, a su tiempo y a sus pasiones.

Y tampoco entiendo cómo, podemos reírnos tan desmesuradamente de un camino que – con suerte- recorreremos alguna vez.

¿Será el miedo?

¿Será el pavor de pasar por esta vida pensando que las vidas perfectas son las de los otros, y mientras tanto desperdiciar la propia en la burla, en el desdén, en la risa miserable que nos provoca el meme?

 

(Patricia Patocco, septiembre de 2022)

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