Amy Patterson
VIDA DE ARTISTA

En octubre pasado hablé por teléfono a su casa pensando que no me recordaría.
La había frecuentado en diversas ocasiones, a veces por entrevistas y otras para ayudarla en la edición de sus poemas que finalmente se concretaron con la colaboración de la Secretaría de Cultura de la Provincia.
Me atendió su asistente, una amable señora que me preguntó porqué hacía tanto que no las visitaba. Me pasó con ella y tuve que alejar el auricular de mi oído al escuchar el gritito agudísimo de soprano: “Patriiiiiiiiiiicia, tanto tiiiiiempo”.
Amy Paterson, 107 años de increíble creación.
Hablamos tres frases, me dijo que estaba muy bien, preguntó por los míos, quedamos en que la visitaba y cuando le dije que el motivo de mi llamada era saludarla por la recopilación que la Secretaría de Cultura de la Provincia había hecho de todas sus obras musicales, me dijo algo desconcertada “Bueno, si, no se muy bien cuando es…”
Era ese día.
Su homenaje, el anhelo de recopilar todas sus obras, tardío quizás, había llegado, solo que ahí aparecieron de golpe sus 107 años reales y la memoria fugaz no podía retener bien cuándo ni qué era…”Mis sobrinos saben”- me dijo y nos despedimos con un beso a la distancia.
El 29 de diciembre de 2019 falleció Amelia Cabezas de Paterson, Amy Paterson.
Su larga y fecunda vida alcanzó muchos matices diferentes.
Fue profesora de canto, de violín y de piano, fue cantante en el Teatro Colón, durante años dio conciertos en el Hotel Salta, fue poeta.
Varias generaciones de salteños recuerdan sus clases de canto, su disciplina y sus enojos cuando no salía bien el resultado. Pero también recuerdan cómo los buscaba a todos los chicos del barrio y los llevaba en un carrito a cantar villancicos por las iglesias.
La infancia le parecía el estadio ideal para enseñar música: canto e instrumentos, cómo ella misma había aprendido de su padre allá en La Pampa.
Compuso cientos de canciones infantiles y varios himnos, entre ellos “Gloria a Salta”, declarado luego el himno de nuestra provincia y que antes, se enseñaba en las escuelas.
También escribía poemas, editó un breve libro en el 2011 y enteradas autoridades de Cultura de la Provincia, que aún seguía vivita y creando, le editaron cinco más hasta formar una pequeña colección de seis.
En esos años, bordeando sus cien años, varios trámites y mediante buenos oficios de algunos funcionarios se logró que le otorgaran el premio al mérito artístico, una magra pensión que- sin embargo- fue un apoyo más para su extendida vejez y a partir de allí se escuchó su pedido de reunir sus obras musicales que yacían en un cuarto de su departamento, desordenadas pero vivas.
Luego del fallecimiento de su hija Enriqueta Pelayo, hace pocos años, sus sobrinos Alicia Santillán y Gustavo Kantor tomaron la posta para terminar de dar forma al proyecto que se presentó finalmente en la Expo libros bajo la atenta mirada de María Eugenia Carante y Sergio Bravo, de la Secretaría de Cultura de la Provincia.
El adiós de ARTENAUTAS a una creadora humilde y constante que trascendió su época.
Ojalá su luz musical se proyecte hacia el futuro. Sería el mejor reconocimiento a su laboriosa vida de artista.

(Patricia Patocco)