Leopoldo “Teuco” Castilla sorprende siempre.
Esta vez, con su último libro “Baltasar”, breve e intenso, que acaba de publicar la editorial Nudista.
Reproducimos algunos poemas para que se asomen a esa belleza.
ANDAS POR AQUÍ
Andas por aquí, cerquita,
aprendiendo a aparecer.
No sabes todavía
salir del fondo de tu madre
que mece tu muerte
como un pantano
que le hunde los ojos,
de las risa de tus hijos,
donde estallas,
de la dolida planicie de su mujer
que sonríe silenciosa
porque anoche en sueños habló contigo.
Te estoy viendo
atolondrado y enorme,
buscando la salida
en esa hoja que fosforece,
en ese pez que salta
y lo salva al río
y en ese pájaro que bajo el solazo
grita de golpe
de sentir tu frío.
No, no vayas por ahí, por tu retrato
ni por las cosas que querías,
los objetos tienen el tiempo perdido.
Ven como entonces
alegre de futuro
y entra por donde más le duele a la muerte
por el hueco que tiene
de no haber nacido.
Oye mi llamado
y si hallas la salida
pisa despacito mi corazón
cuando lo atravieses,
hijo mío.
EN MI JARDÍN
El cedro azul, altísimo,
antes de perder la memoria
llueve sus agujas en el viento
donde,
desatadas de su último día,
secretean las mariposas.
Pedacitos que se fugan de su extinción,
pequeñas filtraciones
cuando lo inefable
se va en sangre.
Entre esos efímeros renacimientos,
la vida rompe sus cristales
y puede que estés allí
con una ala sola,
llamándome.
Huérfanos los dos,
buscándonos,
tú, en mi nublazón
y yo en tu rostro.
Hasta romper la frontera.
Y comas de mi boca, Baltasar-
En la mesa tendida
de ese minuto
claroscuro
donde bebemos
tú, constelado
y yo,
insepulto.
NIÑOS
De esos seis niños
que ríen y se zambullen
ninguno es mi hijo.
Años atrás
el agua no alcanzaba
ni alcanzaba el padre
que, desde lejos,
destruía la fiesta.
Ahora estos niños
que nadan felices
se hunden dentro de mí.
Mis hijos ya son grandes,
el más pequeño
creció tanto que ya se ha muerto.
¡Salte,
vacía,
el agua!
Y vengador el tiempo.