CIRCE MAIA: LA EXPERIENCIA VIVA

Maia Circe nació en Uruguay, en 1932. Su padre le publicó su primer libro de poesía, a los 12 años . La repentina muerte de su madre, dejó una profunda huella en su primer libro de poesía madura, publicado cuando tenía 25 años (En el tiempo, 1958).

Profesora de filosofía, fue socia activa del Partido Socialista, por lo que los años de la dictadura cívico-militar fueron duros para su familia. Perdió el trabajo y su esposo estuvo preso durante dos años. En 1983 perdió a su hijo de 18 años en un accidente de tránsito. Estas tragedisa añadidas a las dificultades de escribir bajo la dictadura la llevó hacia un descanso en su trabajo poético. Con el regreso de la democracia en 1985, fue reintegrada a su cargo como profesora de educación secundaria. Sus publicaciones comenzaron de nuevo con Destrucciones (1987), un pequeño libro escrito en prosa, y Un viaje a Salto (1987), relato en prosa sobre el encarcelamiento de su marido.

La publicación de Superficies (1990) marcó su regreso a la poesía y fue seguida por otros libros de poesía y sus traducciones al inglés, griego y otros idiomas. Para el público lector la publicación más importante fue la recopilación de sus nueve libros de poesía Circe Maia: obra poética (2007 y 2010.

Para la poeta,  la expresión adecuada de la poesía es «el lenguaje directo, sobrio, abierto, que no requiere cambio de tono en la conversación, pero que sea como una conversación con mayor calidez, mayor intensidad. La misión de este lenguaje es descubrir y no cubrir; descubrir los valores, los sentidos presentes en la existencia y no introducirnos en un mundo poético exclusivo y cerrado». A lo largo de toda su obra ha permanecido fiel a este arte poética. Los objetos, las personas, las muertes cercanas, la pintura y el tiempo son algunos de los temas elegidos para «descubrirse» y descubrir la trama humana. La propia experiencia se convierte en la posibilidad de auscultar lo humano y de establecer el diálogo con un tú siempre presente. Circe Maia a lo largo de cincuenta años de trabajo poético se ha apartado de la literatura hermética que se vuelve monólogo. Como ella misma dice, ve «en la experiencia diaria, viva, una de las fuentes más auténticas de poesía».

ESCALONES

Cambios pequeños y tenaces.

Bajo el cielo ya un grado

de luminosidad o de tibieza.

Ha caído más polvo sobre el piso o la silla.

Pequeñísima arruga se dibuja o se ahonda.

Hay un nuevo matiz en el sonido

de la voz familiar (¿Lo notarías?)

En un coro confuso de entreveradas voces

faltan algunas, otras

aparecen.

 

La misma

suma total: no hay cambios.

 

Millonésima ola golpea

millonésima roca

y el degaste

imperceptíble y cierto

avanza.

 

ABRIL

Este día tan lleno de niñez,

las cápsulas verdes de los eucaliptos

en el suelo, entre hojas.

 

El buen aroma frío y viejo trae

de la mano, consigo,

los paseos al sol y por un parque

en un abril de viento.

 

Por mirar la vereda así y oír el ruido

de las hojas, arriba;

por recoger las cápsulas y aspirar hasta el alma

su antiguo olor, se puede,

 

—a veces, sí, se puede—

abrir puertas cerradas hacía días remotos;

las mañanas del sol y un aire limpio, fino,

los bancos de madera por el borde del parque,

las veredas desiertas,

un viento decidido contra la cara, frío,

y en la mano, tibieza de la mano materna.

 

SORPRESA Y UVAS

«Feliz en su soledad circular” Parménides

Como empezaron a madurar las uvas

se ensombreció el parral

pero de pronto

se vio en la sombra

–la sombra-sol filtrada por follaje–

brillar, casi incoloro y radiante

el cristal redondo de una sola uva

entre otras ya oscuras.

 

Un asombroso blanco:

nítida esfera translúcida.

 

Mañana va a empezar, irrevocablemente

el proceso seguro

de su oscurecimiento-azulamiento

 

pero ahora

este techo opaco rodeando el raro brillo

es blanco de miradas

sorprendidas

risueñas.

 

La redondez perfecta las ignora.

Con su orgullo y su brillo

ha pisado la uva

el primer escalón del mundo inteligible.

 

 

FINES DE AGOSTO

A finales de agosto hay algo que estalla

en hojas pequeñísimas

La explosión silenciosa

tras verdes clarísimos

y hasta a veces en la punta de las hojas un tono

diferente, difícil de definir, brilloso.

 

¿Te molesta este tema tan manido?

No importa.

Ellas

–las hojas–

salen.

 

 

 

LA MIRADA DETRÁS DE LAS PALABRAS

Hay un dibujo

–nítido, negro

bien delineado–

sobre el muro: es la sombra

de aquellas altas ramas.

 

Nuestros ojos recorren de manera distinta

cada vez: doblan aquí o allá; se detienen, a veces

para tratar de verlo todo junto:

los caminos cruzados de las finas sombras

sobre el muro blanco.

 

Y hay urgencia en guardarlo en la memoria

pues le han salido a las ramas unos brotes

y también varios gajos

del futuro follaje.

 

Como charla aturdida

se moverán las hojas

se borrarán los finos caminos de las sombras

en la masa total de sombra informe.

 

Las ramas estarán, sin embargo, presentes

como mirada intensa

detrás de las palabras.

 

 

 

PAISAJE DE ARLES. VAN GOG

Lo que está en primer plano

es esta enmarañada

maleza de hojas enredadas y oscuras.

 

Muy en segundo plano

árboles y edificios.

Es como si el pincel hubiera dicho: «Entren

pero no importan tanto»

 

Y entonces

quedó como empujada

–por detrás de unos árboles–

la torre de una iglesia.

 

Y una vez y otra vez regresa la mirada

a enredarse y quedarse

aquí dentro, en medio

del nervioso entrevero

de colores oscuros

y formas fuertes

un poco

inacabadas.