Fue vertiginoso.
Entrar sin saber, sin preparativos, al túnel del tiempo.
Allí estaban…al rato apareció uno más y luego otra. La más distraída pregunto “¿Quiénes están acá?”, “¿Quién es el 932” “ y el 486”?
¿Listo!, se armó otro grupo de wathsapp.
Compañeros de antes, gente que no hemos visto en 10,20,30 años…
Cada uno desgrana qué fue de sus días, quien es hoy. Algunos comparten fotos, las más felices siempre, e intentamos reconocernos en esos que somos ahora.
El que armó familia. El que tiene una empresa. El desempleado, quien tiene hijos y hasta nietos, la que recorre el mundo, el que colecciona posgrados, el fulano que tuvo aquel problemita policial, el que falleció tan joven, la otra del accidente, aquel que hizo millones….
Nos vamos describiendo y al hacerlo asoman las ideologías, los chistes, las burlas, los recuerdos, las miserias as de cada uno, las risas otros tiempos.
Entusiasmo desbordado, sobreactuación del cariño, multi charlas a deshoras, porque no hay un ritmo general que nos una, nadie que nos organice como lo hacía la preceptora.
“La foto de Fulano parece la de su papá, hace años “, “Que pasa que Marga no se conecta’”, “Hoy cocino fideos”, “La virgencita te bendiga”, “se enteraron lo que le pasó a Inés?”, “si enviás esta cadena “, “sonría, sea feliz”….y silencios, silencios, silencios…porque a veces no hay con que rellenar el tiempo transcurrido.
El pasado irrumpe y nos desacomoda un poco, porque esos otros, con quienes compartimos tanto alguna vez, son a veces seres irreconocibles.
Somos eslabones unidos por una historia con huecos por todos lados. Asoman momentos, risas, enojos, recuerdos. Todo viene del ayer y cada tanto nos preguntamos ¿Qué hacemos en este lugar, que de pronto, se llenó de fantasmas?
La tecnología que nos pone en modo alerta las 24 horas, nos desliza también cada tanto –como en un tobogán gigante- hacia atrás en el tiempo, hacia quienes fuimos alguna vez.
Una cita a ciegas, extraña y movilizadora.
Un encuentro con nosotros mismos en tiempo pasado.
(Patricia Patocco)