Nada que agregar…solo que este año hizo calor y que hubo otro disfraz: la solidaridad como requisito externo, como si no fuera algo que nace de ponerse en el lugar del otro…
Las chicas levantan las manos rígidas para saludar al escaso público presente.
Los shorcitos, las puperas y los escotes no alcanzan para cubrirse del frío. Tiemblan esperando en la fila de a 5 que se arma antes de subir al escenario. Están desde las 14 horas en la carpa instalada en la Plaza España, practicando y arreglándose para la Elección de la Reina de los Estudiantes.
Caminan con dificultad en esas plataformas prestadas y las sonrisas congeladas hablan no solo del frío polar reinante en la noche de Salta, sino más bien de esas poses duras, poco naturales a las que no están acostumbradas.
Se supone que una reina camina así, saluda así y la visten y la peinan para estar así, tan perfectitas y apetecibles para las miradas masculinas, que son mayoría esa noche.
Crecieron jugando a las Barbies, disfrazándose de princesas, consumiendo el mundo Disney.
Les preguntan sobre sus hobbies e invariablemente responden: “entrenamiento”, “baile”, “modelar” y parece que la lógica de Tinelli terminó de encausar sus preferencias.
Como un holograma, quedó plasmado en el cerebro a los 16 años, que la belleza cuesta, que depende de las medidas corporales, que el cuerpo es para mostrar y seducir, que deben ser bella para otros y competir con otras mujeres. Todo eso, que viene junto y mezclado en el sobrecito “eleccionreinadecualquiercosa”.
Pobre reinas. Caía aguanieve. Frío polar en Salta y no hay nada que desanime a las autoridades organizadoras.
Ni el frío intenso, ni los altos índices de femicidios en Salta, ni la reciente prórroga de la emergencia de género en la provincia hasta 2018, ni la visión de mujer objeto que destilan estas elecciones anacrónicas, desiguales, antiguas…
Pobres reinas. Coronas vacías, en el páramo donde se ponen a andar todos los mecanismos que convencen a las mujeres que si no son bellas, no son importantes…y se las manda al rodeo de la vida, a ser carne de cañón de tanta violencia que culmina en lo que tenemos en Salta : emergencia de género.
La creatividad de una ciudad debiera servir también para desactivar las tradiciones que dejan a las mujeres en callejones sin salida.
Debiera usarse para pensar qué otras coronas les podemos ofrecer a nuestras niñas.
Patricia Patocco (septiembre 2016)