SECRETO A VOCES

Antes que el consumismo fuera el catecismo oficial y las marcas las cucardas de la nada, tener un conjunto deportivo para educación física, era tocar el cielo con las manos.
Una maravillosa comodidad para jóvenes acostumbradas a hacer gimnasia con pollera y shorcito/bombachón abajo.
Claro que, salir a la calle para ir caminando a la escuela secundaria, así vestidas, era ingresar a un pequeño infierno dos veces por semana y a contraturno. Caminar rápido, eludir obras en construcción, descampados, baldíos y calles con poca gente, mirando alrededor para esquivar bicicletas.
Sin brújula, el pasaje veloz, a un mundo de miradas lascivas, comentarios repugnantes y obscenidades cuyo significado se desconocía. El pasaporte de la niñez a la adolescencia de la mayoría de las mujeres, incluía situaciones así y mucho más graves.
Sigue sucediendo, en escenarios más o menos parecidos.
Hace pocos días las egresadas 2016 del Colegio Nacional de Buenos Aires, el más prestigioso de esa ciudad, dejaron en jaque a autoridades, preceptores y docentes, denunciando una serie de situaciones de abuso que sufrieron en toda su secundaria.
Sorprendió su valentía, pero no tanto los hechos que narran. Si al fin y al cabo todas lo padecimos en algún momento de la vida.
Daba asco y vergüenza que un profesor nos rozara, se comentaba con impresión de aquel docente que no miraba a los ojos a las alumnas sino más abajo, donde comienza el escote; pero solo se murmuraba con aprensión, con resignación.
No se sabía que todo eso era un abuso.
Se conoció también en la semana que muchas fans del grupo “Onda Vaga” armaron una página donde denuncian acosos y abusos físicos de algunos integrantes mayores de edad, con las adolescentes que los seguían. En Europa, donde están de gira, están cancelando las presentaciones de la banda.
En la misma semana, Salta volvió a ser noticia nacional con la violación de un joven y de una mujer por parte de un representante de la iglesia, ya exonerado de esa institución pero aún no juzgado por la justicia.
Todas son formas de abuso, ahora se sabe.
¿Qué tienen en común estos mundos?¿Asistimos acaso a una inmensa mafia de personas resentidas que desean hacer justicia de tiempos pasados?
Sucede más bien que hay sistemas que hasta ayer, permanecían impolutos, como el docente o que lucían maravillosos como el mundo del espectáculo y otros que hasta parecían inexpugnables, como las iglesias, que hace rato muestran serias fisuras.
Secretos a voces que necesitan ser dichos en voz alta, ahora que se sabe que no había que tolerar todo lo tolerado. Y cada persona que se anima a contar algún abuso sufrido convoca con su dolor a muchas otras a narrar el suyo.
Aquel “Me Too” se expandió desde Hollywood a infinidad de situaciones donde alguien con poder – especialmente hombres- abusaron de otra/o.
Con los vientos de cambio y la visibilización de lo que es un abuso, la buena noticia es que los hombres jóvenes de a poco van re pensando sus conductas y cuestionándose sus modos hacia las mujeres, empujados por la historia y por un presente que les enseña lo injusto y lo obsceno de algunos privilegios.
Otros, más bien los hombres grandes, intentan mostrarse atildados y políticamente correctos pero siguen poblando las redes sociales con la pornografía más descarnada.
Aún no entienden que lo que se envían a través de sus celulares, está directamente relacionado. Es alimento para los nuevos cerdos, los que quizás se propasen algún día con sus propias hijas.

(Patricia Patocco, 8 de Octubre de 2018)