FUEGO ZIGZAGUEANTE

 

Ya se han erigido las instituciones y muchas leyes importantes.

Se han fundado los Ministerios, los Observatorios, los Juzgados, los Polos, las Redes…

Se ha trabajado mucho en estos años pero, cuando se ven las fotos de los funcionarios en reuniones o inauguraciones y se ve la realidad, se nota una ruptura explícita del sentido común

Todo pasa a segundo plano con la pandemia porque la salud está primero pero por abajo el río sigue fluyendo y ha aumentado dolorosamente la pobreza y la desigualdad.

Y como palacios de cartón se derriten día a día las palabras y las instituciones ante el fuego zigzagueante de la violencia.

Días pasados vivimos varios incidentes que lo demuestran.

Recordemos algo nomás de lo sucedido: un legislador nacional por Salta trató de “ineficiente” y “atorranta” a una fiscal de Salta con toda la carga de violencia y misoginia que tienen esas palabras.

La renuncia de la presidenta de la Asociación de Jueces, luego de la dimisión de varios integrantes en días anteriores y sucesivos, por violencia institucional y violencia de género. Impensado en esos foros.

El Inadi y muchas instituciones expresaron su solidaridad con ambas funcionarias pero no alcanza.

También ocurrió otro femicio espantoso de una madre joven, delante del hijo.

Sin contar las cotidianas violencias sigilosas, económicas, puertas para dentro.

Otra vez, otra vez.

Lamentablemente, entre otras cosas, estos incidentes revelan que la Ley Micaela, por la cual se deben capacitar todos los funcionarios del Estado en perspectiva de género, es insuficiente. La mayoría la escucha con fastidio, con la soberbia del que no desea aprender.

Tanto como lo es la Ley de Cupos, que no se respeta.

Las instituciones y leyes son válidas pero no alcanzan sin el compromiso total y la práctica cotidiana. Corren el riesgo de convertirse en letra muerta, proclamas vacías que no aguantan el dato de la realidad.

Los micro machismos se reproducen al infinito en cada casa y en cada lugar de trabajo donde se juega un poquito de poder. Todo lo tiñe y su marca se auto-reproduce de sórdidas maneras en forma continua.

Deben encontrarse los caminos para que la perspectiva de género permee como lluvia en toldo de verano y que el agua caiga y caiga hasta que tanto vaya el cántaro a la fuente, que lo cultural logre bifurcarse hacia formas más civilizadas de convivencia.

Es más y mejor educación, tampoco es un secreto.

Más presupuesto para educación. Y dentro de ella la Educación Sexual Integral (ESI) planificada, organizada con docentes que manejen códigos comunes para transmitir. Además de políticas claras y realistas para que las infancias aprendan otro modo de vivir más igualitario, como quien aprende una segunda lengua desde niño.

La única y vital forma de recomenzar un ciclo social más virtuoso, sin esta violencia enquistada es incluir a toda la sociedad y enseñar a las nuevas generaciones la perspectiva de género.

El resto es pancarta política, letra con olor a calas y enorme erogación para el Estado, aunque se ize la bandera de la diversidad, aunque se haya creado un Ministerio de Género y posen todes para la foto junto a la ministra, cuando visita Salta.

Para no tener que seguir marchando ni repitiendo cada 3 de junio, el Ni una Menos.

 

(Patricia Patocco, 03 de junio de 2021)