LAS WANDAS Y LOS MAUROS

 

 

 

Hace muchos meses que asistimos – sin elegirlo- porque se nos cuela en las imágenes de los dispositivos o la información diaria, a la grosera forma de exponer la vida privada que tienen estos personajes.

A esta altura ya no se sabe qué son, así que es difícil nombrarlos.

¿Él sigue siendo jugador de futbol/modelito/millonario?, ¿ella sigue siendo conductora/manager/prolífica madre de hijos de “estrellas”?

Leemos sobre las inundaciones en Bahía Blanca o la Quebrada del Toro e irrumpen con sus modales grotescos.

Nos informamos sobre la gravedad de la marcha de los jubilados y ahí están, con su chabacana exhibición de riqueza.

Miramos las redes y casi junto al reportero gráfico que pelea por su vida, allí los encontramos otra vez, en jets privados.

Gritan estruendosamente todo el tiempo para que los miremos, así que es inevitable hacerlo. Somos ovejas de su mercadeo.

Ahora se sumaron los gritos desgarradores de una de las hijas, una pequeña que lloraba porque se la llevaban con policías, o quería su mascota o porque quería abrazar a su madre, vaya a saber. Una nena pequeña.

Imagino a los hijos de esta pareja, agotados de esas tantas formas de la violencia.

Claro, como también deben estar los miles de hijos de ex parejas, que no pueden comprender que se han divorciado entre ellos, no de sus niños.

Porque, entre la mujer que compra papel higiénico por bolsón para economizar en la diaria y Wanda que convive con lujos obscenos cada día, ¿cuál es la diferencia?

¡La económica, obvio!

Pero el tironeo es el mismo. La mayoría de las veces muy privado, a veces público.

A veces imperceptible, otras desaforado.

Los padres y madres siguen siendo el eslabón esencial entre los chicos y el mundo, tanto qué si no están, alguien tiene que reemplazarlos porque la especie humana no se basta a si misma.

Y no de egoísmos de padres y madres se forman las personalidades positivas, no de retaceos de tiempos, de abrazos y disponibilidad para los hijos.

Poco me importa esa gente puntual en medio de lo que sucede en el país y en el mundo, pero la ostentación y el grito desgarrador de esa niña me hizo pensar.

¿Cuántos Mauros y Wandas andan por la vida, haciéndolos vivir a sus propios hijos a contramano de la lógica?

La simple ¿no?, la de la calle, la de la vida…

 

 

Patricia Patocco, marzo de 2025