Leila Guerriero “NADIE PUEDE TENER UNA ESCRITURA DESAFIANTE, SIN VIVIR”

Leila Guerriero es uno de los nombres del periodismo argentino y latinoamericano contemporáneo que más respeto genera entre sus pares y más devoción entre sus lectores, por la originalidad de sus enfoques, la agudeza de sus observaciones, la audacia de combinar el periodismo con la literatura (y en especial la poesía) con creativa lucidez, entre otras cosas.

Es autora de crónicas y columnas para diversos medios con un decir particular, de esos que no dejan lectores indemnes.

Capaz de comenzar un texto denominado OLVIDO, por ejemplo, de una manera casual y punzante que hace que el lector no pueda dejar de leer

 

“¿Saben cómo se hace el dulce de tomates? Es fácil: tomates, azúcar, paciencia, un poco de fuego. Si todo sale bien, adquiere un color lujoso, un bermellón de lacre. Yo estaba haciendo dulce de tomates —esas cosas no se olvidan— cuando sonó el teléfono y me dijeron que había muerto.” (…)

 

Desde 1992, cuando empezó a publicar sus trabajos hasta ahora ha transitado diversos medios de Argentina, América Latina y España: Página 12, La Nación, Rolling Stones (Argentina), El País y Vanity Fair (España), El Malpensante y Soho, (Colombia), Paula y El Mercurio, (Chile), Gatopardo, de México (revista de la que es editora para América Latina).

Autora también de libros como “Los suicidas del fin del mundo”, “Frutos extraños”, “Plano Americano”, “Una historia sencilla”, “Zona de obras” y otros, es además, editora, tarea que realiza desde hace pocos años y que disfruta inmensamente.

Ha ganado varios premios importantes, viaja de continuo, trabaja intenso todos los días de su vida y es, sobre todo, una buscadora serial de historias y personajes. No le interesa dar notas ni consejos a nadie porque más bien habla a través de sus escritos, de sus crónicas, conferencias y columnas. Sin embargo, luego de algunas insistencias, (muchas, en realidad) un día cualquiera, nos atiende.

Y suena su voz al otro lado del teléfono, amable, con la corrección de alguien no muy interesada en dar una nota, pero dándola con generosidad. Ante cada pregunta piensa, hace silencio y luego lanza la respuesta como una flecha que va lejos, desde un arco bien tensado y la charla se transforma sin que ella lo desee en una verdadera clase de periodismo, del buen periodismo que hace.

De su oficio, sus formas de trabajar, de sus búsquedas y certezas, dialogó en esta entrevista con ARTENAUTAS.

-¿Cómo nace una historia? ¿Que la dispara o pone de pie dentro tuyo para comenzarla?

-Mira, no se…es una pregunta de por qué lo atrae a uno una cosa y no otra, es muy difícil de responder. Tiene que ver con que ves algo, lees algo y no encontrás en eso que leíste una satisfacción a todas tus curiosidades …y eso hace que uno lo deje como en una lista de pendientes y en algún momento vuelva sobre eso. Creo que hay como una pregunta no respondida en algo que te da curiosidad o en la persona que te llamó la atención. Y lo guardás…

– ¿Hacés una lista de temas que te inquietan o quedan flotando en algún lugar de la  memoria ?

-No, uno no tiene que confiar en su memoria, que es una cosa muy esquiva. Usualmente lo que hago es  guardar el recorte o si es algo que vi en la tv o se me ocurrió, lo anoto. Que se yo, soy muy organizada, no es que tengo todo tirado por todos lados. Y a la hora de proponer ideas, busco en mi archivo para proponer en un medio o escribir un libro y decidir, “a ver… hoy empiezo”

-¿Escribís en simultáneo distintas cosas?

-Por ahí estoy trabajando en un tema y en simultáneo escribo mis columnas, obviamente. Pero escribir varias cosas diferentes a la vez, no puedo, salvo que sean cortas y otras más largas. Trabajar en simultáneo, creo que lo hacemos todos.

– Decís que sos organizada, ¿también tenés tu disciplina de trabajo?

-La verdad que mis días siempre son distintos, uno no hace siempre las mismas cosas. Algunos días te toca salir a hacer entrevistas, otros, quedarte en tu casa a escribir la columna, otro día te hacen un encargo que aceptaste y tenés que terminar sí o sí, porque es algo más coyuntural. Los días son muy variados. Yo trabajo en mi casa, por mi cuenta además y desde que me levanto hasta que corto para cenar estoy trabajando.

Te encanta…

-Si, si, por supuesto, además creo que si uno se va a dejar llevar por la inspiración no escribe una línea en su vida. Lo que hay que hacer es como dice el viejo dicho, que la inspiración te encuentre trabajando, no?

-¿Con que sentidos escribís?

-Yo trato de escribir con todos. Siempre creo que uno como periodista tiene como el tic de decir, “ah bueno, el texto tiene que ser muy visual” y tendemos a describir el texto como lo vemos, lo cual, a mi criterio, es un error porque las cosas están hechas de texturas, ruidos, de olores. En eso trato de poner un poco todos los sentidos en juego ya desde el momento de bajar al territorio… porque si estás mirando solo con los ojos y no estás atento a lo que te pasa con los sonidos, a los olores, no se… de todo eso tenés que tomar nota de algún  modo, porque si no después es muy difícil reponerlo cuando te sentás a escribir.

(…)“Esa llamada sucedió hace mucho, a mediados de los años noventa. Lo había conocido en un tiempo en que yo no era del todo yo, en que él era él desde hacía mucho. Tenía los ojos cargados de algo que parecía maldad y que era, apenas, una amarga ironía defensiva. Hoy, revolviendo papeles, me topé con unas cartas. Reconocí la letra de inmediato. Abrí una cualquiera. Empezaba así: “Mujer, querida”. Recordé exactamente su voz —la sequedad de acero del tabaco— cuando decía “mujer”, y yo respondía, riéndome: “No soy una mujer”, y él respondía, riéndose: “Bueno, creo que los dos tenemos razón”. Cerré la carta después de leerla, la guardé. Diez minutos después estaba pensando en otra cosa”(…)

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-¿En que formas del periodismo te sentís más cómoda?

-De la única forma que se hacer. No se si tengo muchas formas de periodismo Por ahí desde afuera se ve distinto pero creo que hago una sola cosa. Podría hablarte más bien de formatos. Un formato corto como de una columna me va bien, me gusta pero también uno largo. Me cuesta más el formato intermedio: los diez o quince mil caracteres, eso me cuesta más.

Me refería a que quizás preferís la entrevista o la investigación…

-No hice una entrevista en toda mi vida. O sea, nunca publiqué una entrevista: pregunta y respuesta, jamás. Y no hago periodismo de investigación.

¿Y el último libro “Voltios. La crisis energética y la deuda eléctrica”?

– No lo escribí yo, lo escribieron otros. Dirigí la investigación que tiene muchísima y sí lo edité, pero no lo escribí. Bueno, en el fondo todo periodismo es de investigación, lo que te quiero decir es que nunca vas a ver un libro mío o una nota sobre “la corrupción o la venta de armas”. No, no es mi mundo.

La tecnología y las redes sociales han transformado mucho la política, la vida cotidiana, el periodismo. ¿Cómo vivís este fenómeno?

-No se. No uso redes sociales pero creo que es algo claramente muy presente en la vida de todo el mundo y me parece que a veces los medios han caído en la superstición de hacerle creer a los lectores que cualquiera puede hacerlo, que cualquiera puede ser periodista por el hecho de tener un twitter. Hay gente que es brillante realmente en esas cosas pero, el oficio periodístico tiene sus reglas, sus maneras de hacerlo bien o mal. Me parece que hay cierta horizontalidad en este momento con el manejo de la información. Naturalmente, a veces te enterás una noticia antes por un twitter de alguien, que por un medio de comunicación pero el punto es que alguien puede decir “pasó tal cosa”, pero de ahí a hacer un trabajo periodístico que implica una labor de análisis, chequeo de la información, etc. hay una distancia. Sin ir más lejos fíjate el tema de las noticias falsas, que es algo viejo como el mundo, cómo ahora corren mucho más rápido y hay mucha confusión con respecto a eso. Esta especie de triunfo del ciudadano común como especie de periodista, tiene su contrapartida no tan agradable…

-¿Cómo te informás, no usás redes ni siquiera para ver cómo funcionan?

– Con los medios tradicionales, los diarios, algunos programas de radio, veo algo de tele, poca, pero voy chusmeando en la computadora. No, no utilizo redes sociales.

En Salta tenemos dos universidades y algunos terciarios con carreras de comunicación y periodismo, ¿qué les aconsejarías a los jóvenes que quieren dedicarse al periodismo?

– A mí no me gusta que me den consejos y me parece de soberbio estar dando consejos así que no se qué decirle a un joven periodista. No me voy a contradecir ahora después de 20 años. Que si le gusta y es bueno, los consejos los encontrará por su cuenta. No lo se, se buscará un referente e irá viendo… pero decirle a alguien lo que tiene que hacer, no está en mi naturaleza. Lo lamento.

-¿Una guía de lecturas?

-Si, quizás si hay algo que está en la base de alguien que se quiere dedicar al periodismo, es la lectura. Lo primero que hay que hacer es leer: ficción, ensayos, poesía, de todo.

-¿Qué autores te gustan, a cuáles elegís a la hora de leer poesía?

-Te puedo nombrar algunos que posiblemente no conocés. Me gusta Sharon Olds, Anne Carson, Denise Levertov, Matías Rivas, un poeta chileno; Fabián Casas, de Argentina, que me parece un gran poeta, Martín Prieto; Elizabeth Bishop, Nicanor Parra. Me gustan mucho los clásicos del siglo de oro español, los clásicos más cercanos como Lorca, Machado…

-¿Sos más periodista, escritora o editora?

– Periodista, sobre todo.

– También editás ¿cómo es esa tarea?

– Y mucho. La edición es un trabajo al que llegué en los últimos años. Fue una tarea que me propusieron otros, que creyeron por algún motivo que yo la podía hacer. Al principio me pareció que estaban completamente locos  y me daba mucho temor porque además tuve que empezar a editar a autores muy buenos a quienes yo admiraba muchísimo lo que es peor, porque como quien dice, “hacés tus pininos con el dream team.” Es como que te digan, “bueno, vas a ser referí de un partido de básquet de la NBA” Pero la verdad que es una tarea que me parece muy desafiante, me encanta la relación con los autores  y la que uno entabla con el texto ajeno. En general, me gusta mucho y me costaría vivir sin editar, es decir, extrañaría la tarea.

– Vivimos un auge de las crónicas, esa escritura entre el periodismo y la literatura en que se utiliza mucho la primera persona. Sos una especialista en el tema y tenés la virtud de usar la primera persona sin mostrarte vos misma. ¿Te sale naturalmente o es un trabajo de extrema corrección de tus obras?

-Creo que la primera persona puede estar bien o mal usada. Igual que la tercera persona, cada una tiene sus riesgos y dificultades. A mí, salvo que sea una columna de opinión, una conferencia o una crónica de viaje, en la que me parece más natural el yo, en realidad me complica mucho la primera persona. La tercera persona me parece un desafío más interesante. Y aún cuando escribo en primera persona cuido mucho mi exposición, la gente que lee mis columnas a veces cree conocerme pero la verdad es que no, nadie sabe nada de mí. Yo cuento lo que quiero y no es que lo que cuento sea una realidad falseada. Dejo entrar pero hasta ahí, hay un trabajo. Escribir es exponerse y claramente uno elige hasta dónde hacerlo.

-¿Sos feminista?

– Si, yo me considero feminista. No participo en ninguna organización más allá de que adhiero, creo que mi lugar de pelea o discursividad está en la palabra. El de género es un tema que me convoca, que trato, que escribo sobre eso, así que sí, por supuesto.

¿Qué otras pasiones nutren tu escritura?

-¿Cuáles serían las que vos conocés, por qué me decís otras…? (suena ofuscada)

– Pienso que la lectura, la poesía, la escritura, el feminismo…

-Bueno, el feminismo no es una pasión, es una forma de ver el mundo, es una visión. ¡Mucho más que eso… es una convicción,  un modo de estar! Pero… la escritura se nutre de los libros que leo, del cine que veo. Del vivir, digo, nadie puede tener una escritura desafiante, compleja sin vivir. Antes se decía “no tiene calle”. Bueno, una persona que no tiene calle no se si puede escribir bien. Y eso no quiere decir salir mucho, más bien tener mucho mundo interno, vivir intensamente.

En 2013 Leila Guerriero publicó su obra “Plano Americano”, en la que recopila veintiún perfiles de artistas plásticos, escritores, cineastas, fotógrafos, diseñadores y músicos latinoamericanos en piezas narrativas que dibujan una época, dando cuenta no solo de su capacidad de observación sino de ligar a través de la mirada y la escritura el adn creativo de un continente.

¿Cuándo un personaje da para un perfil?

-Y, es muy difícil, como la primera pregunta. Tiene que tener una singularidad y esa singularidad puede ser muy diversa. En “Plano Americano”, tienen un tema de fondo, todos pertenecen al mundo cultural.

 

-¿Por último, qué proyectos tenés?

-Terminé de escribir un libro a mediados de marzo, está reposando un poco y le voy a dar una última leída antes de mandarlo a mis editores. Estoy escribiendo una nota un poco más larga para un medio, las columnas, los reportajes de siempre y terminé de editar un libro de perfiles de mujeres, escrito por otros. Además estoy editando una biografía de Nicanor Parra que escribió Rafael Gumucio, el escritor chileno.

 

Su respuesta es la de una chef de cocina gourmet, que tiene algo en el horno pero comenta solo por arriba el nuevo plato con el que nos va a sorprender. No hay palabras de más ni de menos, Leila las reserva para la escritura, su arma más corrosiva y las más dulce también

Mejor así, los lectores sibaritas agradecemos saborear el estallido de la singularidad de cada nueva obra.

(…) “ Decía Paul Bowles, en su novela Un cielo protector: “(…) pensamos en la vida como un pozo inagotable. Sin embargo, todo pasa sólo un cierto número de veces y, en realidad, muy pocas. ¿Cuántas veces más recordarás una tarde de la niñez, una tarde que se volvió una parte tan profunda de tu ser, que no concibes la vida sin ella? Tal vez cuatro o cinco veces más. Tal vez ni siquiera eso. (…) Sin embargo, todo parece ilimitado”. ¿Cuántas veces más me toparé con esa carta, cuántas veces más recordaré esa voz? ¿Cinco, dos, ninguna? De aquí a 20 años me costará, incluso, recordar su nombre. ¿De eso, que parece formar parte de mí como mis huesos? Sí. Y no es crueldad. Es sólo la cuota que pagamos para poder vivir: gotas de olvido. No puedo decir que esté de acuerdo: que me guste. LEILA GUERRIERO (Columna publicada en el diario El País, 11 de febrero de 2015)

 

Patricia Patocco

 

Nota: la columna citada, a modo de ejemplo de los textos de la autora circula en internet y fue extraída del muro de Facebook de Toni Valdez

Foto: Leila Guerriero- Crédito: Diego Sampere