Los dibujos de gran formato vuelan desde el techo como curiosos angelados, aparecen desde algunas paredes y obligan a mirar con insistencia hacia arriba, a detenerse en esos trazos libres, en el material noble de la carbonilla, en el austero papel escenográfico.
Son los rostros de diversos poetas y escritores que conforman la muestra “Dimensiones”, la exposición de María Eugenia Pérez. Porque la artista ha vuelto a las andadas con sus dibujos y deslumbra, como siempre lo hace. Sucede que hace tiempo que no mostraba su obra en Salta.
Conversamos con ella y cuenta de la fatiga que provoca en una artista hacer circular sus producciones, lograr el espacio para montarlas y qué decir del venderlas, es todo un logro en un mercado no acostumbrado a invertir en obras de arte. Pero más allá de eso está feliz con la obra, que hasta fin de mes se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo, un homenaje a Raúl Araóz Anzoátegui, el escritor y poeta salteño. Una tarde en su taller, entre otras cosas, dijo lo siguiente:
-¿Por qué un homenaje a Raúl Araóz Anzoátegui?
– Fuimos grandes amigos y me ayudó a comprender historias familiares. Tengo familia por parte de mi madre en Salta y por parte de mi papá en Jujuy. Nací de casualidad en La Rioja pero me crié en Buenos Aires…mi papá falleció cuando yo tenía tres meses y nos fuimos a vivir a Buenos Aires… entonces fue toda una cuestión, me costó armar mis raíces.
Ya hace 30 años que vivo en Salta, cuando vine me instalé en esta casa que construyó mi abuelo, (donde aún hoy funciona su taller de arte), en calle Zuviría y Entre Ríos y empecé a dar clases en diversos lugares. El vínculo con Raúl nació hace muchos años, por esa época. Yo era muy joven y observaba que cada vez que hacía una muestra estaba Raúl y me preguntaba que hacía ese señor tan reconocido en muestras de una principiante. Una vez le hicieron un homenaje y ahí me entero, porque él me presenta como la sobrina de Yolanda Pérez, la “niña Yolanda”, la hermana de mi papá. Ahí supe de la historia, que él se iba con varios salteños del grupo “La Carpa” a Jujuy, a Lozano, y se instalaban en casa de mi tía. Él era muy jovencito y parece que ella lo instó mucho a la escritura así que la recordaba con inmenso cariño. Así fue como Raúl de a poco me introdujo en Salta, las costumbres, me presentaba gente, me invitaba a su casa, a las reuniones junto a su mujer Reneé,…ambos fueron maravillosos conmigo. Me contaba como Yolanda y Carenzo, el marido, cobijaban a mucha gente interesante: Ariel Ramírez, el Cuchi Leguizamón…Me ayudó mucho a entender mi historia porque yo conocí a mi tía pero no desde la mirada de Raúl….me hizo “volver al solar de los mayores” como dice en la carta del catálogo.
-Como si no bastara con el gran dibujo de él, dibujaste a muchos poetas y escritores: Herman Hess, Cesar Vallejo, Gabriela Mistral, ¿cómo los elegiste?
-Por las dimensiones del mundo fantástico al que me hizo ingresar, al mundo de la literatura que él me presentó, esos escritores constituyeron su mundo.
Empecé con el retrato de una pintora que descubrí en Rosario, Emilia Bartolé, que es increíble, es la que hizo el retrato emblemático de Irigoyen y no es muy conocida. Siguieron Bertold Brecht, Borges…Yo empecé preguntando qué autores leía Raúl, pregunta absurda porque se debe haber bajado bibliotecas enteras…así fui seleccionando los autores que retraté. Fue difícil la tarea porque primero tengo que leerlos, algo que me encanta hacer, buscar muchas fotografías o retratos para registrar sus gestos, antes de hacer finalmente el mío. Demoré cuatro años y no lo hubiera logrado sin la ayuda de Gabriel Palavecino, ex alumno y amigo quien llegó a Salta en setiembre de 2017 y le pedí ayuda porque estaba agotada y no podía sola.
-¿Por qué la elección de la carbonilla?
-Elegí lo elementos más primarios, el carbón, el papel escenográfico y nada más…ninguna sofisticación técnica. Solo el dibujo. Creo que la tecnología no nos reemplaza, nos suma pero no nos reemplaza, nada reemplaza al ser humano.
A mí me gusta la gente, los retratos, la figura humana, me he pasado la vida haciendo esto, porque los paisajes del rostro no tienen parangón.
– Por qué gran formato?
-Ah, bueno, es que me gustan muchos las grandes dimensiones, sino me siento apretada. Cuando vas recorriendo la cara de una persona vas pensando muchas cosas. Cuando uno dibuja, es medio rara la cosa, pero comienzan a brotar recuerdos, no se…el inconsciente, no se qué es. Por ejemplo, no podía con el retrato de Raúl, no me gustaba lo que salía, en ese retrato me liquidó el nexo afectivo…así que finalmente lo hizo Gabriel y salió fantástico, como todo lo que propuso y está en exhibición también.
-¿No hay tantas mujeres no?
-Están Emilia Bartolé, Virginia Woolf, Gabriela Mistral…me pareció muy interesante esta reunión de literatos. Hay que reunirse, hay que mezclarse más…es enriquecedor. Yo no se si estoy muy aislada pero me parece que algo pasó en nuestra realidad, que cada uno está en lo suyo. Y creo que no sirve aislarse.
-¿Qué pensás del movimiento de mujeres?
Esto se veía venir, pero creo que ahora hay una conciencia más profunda. No se qué es, pero creo que tiene que ver con las guerras y los hombres marchando adelante en esto.
-¿Te considerás feminista?
-Tengo otra serie de la mujer…, pero no se si me considero feminista. Creo que las mujeres tuvimos que soportar muchas cosas a lo largo de la historia. Si leo “Un cuarto propio” (V. Woolf) me identifico plenamente, pero está complicado ahora, este feminismo global de ahora, tan complejo y multifacético y hasta a veces violento, no se…
– Hace mucho que no exponías, ¿por qué?
-Si, la verdad que estuve muy peleada con el sistema, se me complica un poco exponer en Salta. Pero hace dos años expuse en Jujuy, en Culturalia, una muestra que me gustó mucho que se llamó “Pequeña historia”, en la que armo, justamente mi historia. Pero, trabajo todo el tiempo.
– ¿Qué cosas te activan la creación?
-Todo, todo lo que pasa en el mundo…tengo una serie de “Memorias”, que tiene que ver con lo que está pasando en Siria, nada nuevo, pero me activa todo lo referido a la muerte, a la guerra, estas cosas horrorosas que de algún modo me las tengo que sacar de encima. Son cosas fuertes que me afectan mucho. No podemos vivir así todo el tiempo, dictaduras, países que quieren decir a otros cómo vivir, no se puede.
– ¿Seguis dibujando todos los días?
– No podría dar talleres, ni enseñar sino dibujara todo el tiempo.
Creo que la muerte te empuja a buscar respuestas, que no están en ningún dogma ni ideología, ni en nada. En realidad están en nosotros mismos y el arte es un canal fantástico, en la disciplina que busques. La danza, por ejemplo, que amo e hice mucho tiempo y me conecta también a la figura humana, pero además hay que estudiar mucho, anatomía artística y demás. Hoy está todo muy confundido. Siempre recuerdo a Jorge Hugo Román diciendo lo confundidos que estábamos, él decía que la base de todas las artes visuales es el dibujo…!!, hay una banalización muy grande que también incluye al arte…”aprenda on line”, ¿cómo vas a aprender a dibujar on line?, no es posible… El arte es una manera de poner lo que uno tiene en una materia y tenemos maravillas, grandes maestros, pero hay que estudiar.