“Aquello que nos habita” es la primera muestra individual de Martín Mauricio Molina, joven y prolífico artista que explora diversas temáticas expresadas a través de diferentes técnicas como la pintura, el dibujo e inclusive lo textil. Lo acompaña en la curaduría Hernán Ulm.
Mauricio Molina estudió Tecnicatura en Artes Visuales con orientación en Diseño Gráfico en el Instituto Superior de Bellas Artes “Tomás Cabrera”. Se dedica desde hace varios años al muralismo y al arte urbano, donde comenzó a incursionar de la mano de otros muralistas como Jullien Guinet, Martín Córdoba, Heber Artaza, quienes se convirtieron además de colegas, en grandes amigos, de quienes dice aprender siempre.
“Ya venía trabajando en muestras colectivas, hice dos vidrieras en el MAC, y hacia el 2020 iba a hacer mi primera muestra individual pero me agarró la pandemia, fue pasando y por cuestiones personales recién surgió este año. La muestra se hizo esperar pero fue muy bueno para el crecimiento y la madurez de mi obra. La hice en diferentes escenarios, cuatro en total por cuestiones de mudanzas de mi taller y eso se nota en la obra pero me gusta cómo quedó”
De los murales callejeros a las obras más pequeñas hubo estudio e intenso trabajo diario hasta llegar a este momento.
“La serie tiene que ver con muchas inquietudes que tuve, así que decidí unir esos pequeños momentos. Tiene que ver con la espiritualidad, la naturaleza, con los seres que se nos presentan y nos habitan. Que a veces no los vemos”
Mauri cuenta que pinta todos los días pero antes tiene que limpiar y ordenar su taller para poder trabajar. Ordena, pone música y pone manos a la obra, metódicamente.
En esta exposición, lo ayudó muchísimo a pensar y explicitar sus ideas Hernán Ulm, un amigo filósofo que hizo de curador de su muestra.
- Te inquieta el tema de la naturaleza. En tus obras hay animales, personales raros…
- Si, desde siempre. Ya es de familia el tema, sentimos un respeto inmenso por la naturaleza y yo pueblo mi obra de animales híbridos. Tengo una carga de pertenencia hacia nuestra tierra, la flora, la fauna y las creencias espirituales. Me crié con historias, vivencias, folclore, tradiciones y el respeto profundo a la tierra y la naturaleza. Creo que todo lo que está en nuestro entorno puede transformarse en otra cosa. Mi obra está trazada por la espiritualidad, el tiempo, la libertad.
Es el desafío que tengo como artista: me considero una especie de testigo que ve estos seres, esas pequeñas historias y hago bajadas en mis obras.
- La pulsión de lo sagrado en la naturaleza…
- Si, estudié mucha teología, pertenecí a una iglesia, pero me gusta más hablar de espiritualidad que de religión. La espiritualidad es más grande que todo este mundo que vemos. La siento presente en mí en todo momento…
- Qué aportó la mirada del curador?
- Para empezar es una persona increíble, no tan solo por el conocimiento sino por la amistad y la energía que tiene. Veníamos trabajando juntos y su mirada me ayudó mucho a saber por donde iba. Es generoso y exigente a la vez, me ayudó muchísimo. Tener una persona así a tu lado es bárbaro porque sin presión, nunca te permite sentirte cómodo, siempre pide ver más, es motivador.
- Lo sagrado es esa fuerza creadora en tu obra?
- -Totalmente, es una fuente inagotable para mí. Lo espiritual es más que un mundo, es una forma de vivir.
Me emocionó muchísimo ver finalizada la obra y haber llegado a cumplir con esta muestra en el MAC y pensar en todas las personas que me ayudaron en la vida para llegar hasta acá.
(Patricia Patocco)