Piedad Bonnet
UNA COLOMBIANA IMPRESCINDIBLE

 

 Piedad Bonnett nació en 1951 en Colombia. Es licenciada en Filosofía y Literatura por la Universidad de los Andes y profesora en esta universidad desde 1981. Tiene una maestría en Teoría del Arte y la Arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado siete libros de poemas.

Su escritura se caracteriza por su apasionamiento, fuerza y ritmo, con lenguaje transparente y profundo.
Cabe mencionar también su trabajo en el campo de la crítica literaria y su incansable labor de promoción cultural, especialmente de la poesía de su país. Es columnista del periódico El Espectador desde 2012.

Con el primero de ellos, De círculo y ceniza, recibió la mención de honor en el Concurso Hispanoamericano de Poesía Octavio Paz, y con El hilo de los días ganó el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, en 1994. Tiene, entre otras antologías, Lo demás es silencio, Antología y Los privilegios del olvido. Las herencias fue publicado en diciembre de 2008. Con el libro de poemas Explicaciones no pedidas, publicado en 2011, ganó el premio Casa de América de Madrid de Poesía Americana, además del Premio Honorífico de Poesía José Lezama Lima otorgado en el año 2014 por Casa de las Américas de Cuba. En octubre de 2012 recibió el Premio de Poesía Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval en Aguascalientes, México, por el aporte de su obra a la lengua española.

Piedad Bonnett es autora, además, de cuatro obras de teatro montadas por el Teatro Libre bajo la dirección de Ricardo Camacho, y de cuatro novelas publicadas en Alfaguara: Después de todo (2001), Para otros es el cielo (2004), Siempre fue invierno (2007) y El prestigio de la belleza (2010). En junio de 2024 recibió el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

 

 

 

 

 

 

 

ORACIÓN

Para mis días pido,
Señor de los naufragios,
no agua para la sed, sino la sed,
no sueños
sino ganas de soñar.
Para las noches,
toda la oscuridad que sea necesaria
para ahogar mi propia oscuridad.

***

ALGO HERMOSO TERMINA

Todos los días del mundo
algo hermoso termina.

Jaroslav Seifert

Duélete:
como a una vieja estrella fatigada
te ha dejado la luz. Y la criatura
que iluminabas

(y que iluminaba

tus ojos ciegos a las nimias cosas
del mundo)

ha vuelto a ser mortal.
Todo recobra
su densidad, su peso, su volumen,
ese pobre equilibrio que sostiene
tu nuevo invierno. Alégrate.
Tus vísceras ahora son otra vez tus vísceras
y no crudo alimento de zozobras.
Ya no eres ese dios ebrio e incierto
que te fue dado ser. Muerde
el hueso que te dan,
llega a su médula,
recoge las migajas que deja la memoria.

***

LAS CICATRICES

No hay cicatriz, por brutal que parezca,
que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella,
algún dolor. Pero también su fin.
Las cicatrices, pues, son las costuras
de la memoria,
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra
de que nunca olvidemos las heridas.

***

EN EL BORDE

Lo terrible es el borde, no el abismo.
En el borde
hay un ángel de luz del lado izquierdo,
un largo río oscuro del derecho
y un estruendo de trenes que abandonan los rieles
y van hacia el silencio.
Todo
cuanto tiembla en el borde es nacimiento.
Y solo desde el borde se ve la luz primera
el blanco-blanco
que nos crece en el pecho.
Nunca somos más hombres
que cuando el borde quema nuestras plantas desnudas.
Nunca estamos más solos.
Nunca somos más huérfanos.

***

PIDO AL DOLOR QUE PERSEVERE

Pido al dolor que persevere.
Que no se rinda al tiempo, que se incruste
como una larva eterna en mi costado

para que de su mano cada día
con tus ojos intactos resucites,
con tu luz y tu pena resucites
dentro de mí.

Para que no te mueras doblemente
pido al dolor que sea mi alimento,
el aire de mi llama, de la lumbre

donde vengas a diario a consolarte
de los fríos paisajes de la muerte.