TIBIA GARRA TESTIMONIAL: A MODO DE BALANCE

Durante los primeros días de octubre se desarrolló en Salta “De crónicas y ciudades: la tibia garra testimonial. 2° Encuentro Internacional de Cronistas Latinoamericanos”.

Se trata de un encuentro organizado por profesoras y alumnas de Letras de la Universidad nacional de Salta, dirigidas por Betina Campuzano. Fue  la segunda edición de un encuentro que, desde un posicionamiento regional, pretende vincularse con el tejido cultural y continental a partir de la lectura, producción y crítica en torno al género de la crónica urbana contemporánea. De esta forma, se intenta avanzar hacia la crónica como una textualidad que se desplaza a través de diferentes discursos (el literario, el etnográfico y el periodístico) y en diferentes registros y lenguajes (la palabra, la imagen, el sonido).

Pese a las circunstancias económicas difíciles que se viven en el país, el encuentro se realizó de manera muy positiva, con intensa afluencia de alumnos y profesores, de la universidad nacional local, así como de Jujuy, Tartagal, Rosario y la presencia de invitados especiales de Tucumán y Buenos Aires: docentes,  periodistas, investigadores, escritores y otros.

Fueron tres días de intenso movimiento en el que se brindaron talleres, disertaciones, exposiciones y presentaciones de libros, en un abanico de actividades muy interesantes. La apertura, tuvo la fugaz presencia y la potente palabra de la periodista Marta Dillon, una cronista y escritora de fuste, hija de una desaparecida,  autora del libro “Aparecida”, entre varios otros  y la Dra. Mónica Bernabé de la Universidad de Rosario.  Al término de los tres días que tuvieron actividaes desde la mañana a la noche, ARTENAUTAS, dialogó con la profesora Betina Campuzano, motor de la Tibia Garra, “junto a más de 25 personas” como remarcó en todos esos días, quien reflexionó sobre lo que dejó el encuentro que se proyecta reeditar en 2021.

– ¿Cómo nació la idea?

– Las actividades alrededor de la crónica son el resultado de un proceso que se inició alrededor del año 2001 o 2002 en el seno del proyecto de investigación de la Dra. Elena Altuna, con quien nos iniciamos en la lectura de crónicas urbanas latinoamericanas, junto con testimonios y autobiografías, como un modo de capturar un presente que se nos escabullía. Principalmente, leíamos a Pedro Lemebel que, entonces, era toda una novedad. Luego, esas experiencias de lectura e investigación se trasladaron al aula universitaria en la carrera de Letras: allí, ya en el 2015, empezamos a probar la escritura de crónicas y, al año siguiente, decidimos avanzar en esa producción acompañada con la fotografía para recordar de ese modo a Lemebel. Entonces, fue vital el acompañamiento y la alfabetización de la imagen de  artistas salteñas como María Laura Bucciantti  y estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Esa experiencia fue luego una muestra de fotos y crónicas; y después fue un libro. De allí, de ese impulso, y a partir de una interesante recepción por parte de la comunidad y con el respaldo de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNSa, avanzamos hacia la idea de un encuentro de cronistas que se desarrolló en el 2017 y que ahora en el 2019 encontró su segunda edición. Por eso, se trata de un proceso, no solo de un evento: un proceso alrededor de una producción que nos habla de nuestro presente en diferentes lenguajes.

¿Cómo ves a Salta, en el mapa de la crónica nacional?

– Nuestra propuesta es pensar la crónica como un modo de mirar con ojos de chroniqueur, de describir con “densidad”, de relatar con las herramientas de la literatura. En ese sentido, la propuesta es pensar la crónica en la intersección y la yuxtaposición de la literatura, la etnografía, el periodismo. Se trata de pensar que podemos cronicar desde una “pulsión documental” a través de diferentes lenguajes combinados: la letra, el audiovisual, las telas, los bordados. Explico esto porque lo que estamos planteando en este encuentro nos anima a salirnos de cartografías literarias o periodísticas, de panoramas editoriales, y mirar más bien qué está sucediendo en las redes sociales, en los blogs, en youtube, en los registros de clase que realizan las prácticas docentes, es decir, en diferentes prácticas y soportes. Si bien como “género literario” –discusión de la que no nos ocuparemos en esta propuesta- no hallamos estantes de crónicas “salteñas” en las librerías locales, o no hay secciones en los diarios locales dedicadas a la crónica, bien sabemos que hubo sistematizaciones de las crónicas escritas por exponentes de nuestra región, como sucede con el trabajo de Morandini sobre la obra periodística de Castilla. Pero también sabemos que hay crónicas que circulan en las redes: por ejemplo, ahora, estamos revisando las escritas con un gesto más literario por Fernanda Salas que fueron publicadas en Rock Salta y luego “colgadas” en el blog de esta poeta; como también otras crónicas escritas por la periodista salteña Lula González, quien desde su posición migrante en Buenos Aires, ha producido estos relatos urgentes para Infobae, Anfibia, La Vanguardia y Playboy. Entonces, sí, una tarea de sistematizar la crónica resulta un pendiente, pero también nos pide que ampliemos la mirada en, al menos, tres sentidos: primero, no restringir la crónica solamente al espacio editorial, impreso, literario o periodístico; segundo, avanzar sobre los audiovisuales y otros soportes, como también a prácticas como la etnográfica; tercero, no pensarla en términos de lo producido en “Salta” sino pensar más bien en lo elaborado en las regiones culturales y en procesos migratorios.

-¿ Es también una forma de unir a la universidad con la comunidad?

– Sí, se trata de vincular a la universidad con la sociedad. Se trata de no agotar la producción en los pappers que son leídos solo por colegas especializados dentro del circuito académico, sino que se trata de hacer y comunicar ciencia de otro modo. La crónica, las narrativas periodísticas o etnográficas, las formas literarias, la combinación de lenguajes audiovisuales pueden resultar una herramienta para comunicar ciencia.

– ¿Cuáles son tus impresiones luego de este segundo encuentro?

– Este evento académico, que toma su nombre del prólogo de Lemebel a su libro “De perlas y cicatrice”s, y que –confiamos- se trata de un proceso cultural va tomando vida propia, crece en varios sentidos: por ejemplo, la primera edición de 2017 fue más literaria, los trabajos presentados respondían más bien al campo académico; esta segunda edición ha resultado más interdisciplinaria, más transversal, más sonora, más visual, más plataforma web, más antropológica. También, nos ha llevado a avanzar sobre una idea que nos interesa: queremos desmontar algunos clisé en torno a la crónica y posicionarla, en todo caso, a partir de la idea de una narración situada. De allí toda la gráfica del encuentro que estuvo a cargo de la diseñadora Belén Martínez, con quien vamos dialogando los conceptos que queremos trabajar: la crónica es una chica de la calle, como nos decía la periodista boliviana Cecilia Lanza Lobo en 2017 cuando nos hablaba de las cholitas luchadoras en La Paz. La crónica es –decimos entonces- una chica de la calle, morena, andina y urbana. Y hay en esa definición, que retoma también el espacio de las ciudades abigarradas, un guiño al impulso de los movimientos de mujeres que han irrumpido con una fuerza única y que, en nuestro caso, nos piden que busquemos nuestra propia génesis, que nos pensemos y nos narremos situadamente. De allí  que la apertura a cargo de la periodista Marta Dillon haya sido fundamental para el encuentro: su palabra engarza la memoria reciente de nuestro país, a partir tanto del giro que da “Aparecida”, la inclasificable escritura con aliento autobiográfico acerca de la recuperación de los huesos de su madre desaparecida en la dictadura, como también de la militancia en el movimiento “Ni una menos”. La fuerza de la palabra de esta cronista, cuya casa es también Salta, marcó el inicio del encuentro. Y mágicamente, se engarzó con la conferencia de la Dra. Mónica Bernabé de la Universidad Nacional de Rosario, quien nos habló, a partir de referentes como María Moreno o Sebastián Hacher, de materialidades y restituciones. En fin, ese fue el inicio de un encuentro mágico del  que participaron además los cronistas de Tucumán Zeta, El Tucumano, La Gaceta de Salta, Periodismo Patagónico, Anfibia, Boca de Sapo; miembros de equipos de investigación de universidad nacionales como la de Mar del Plata, Tucumán, Jujuy, Salta, como también internacionales  como la Pontificia de Lima, o la Alberto Hurtado de Santiago de Chile; espacios culturales como Espacio Angular de La Pampa, Espacio Publica de Salta y Jujuy o Sonidos Salta a cargo de Norberto Ramírez; por nombrar solo algunos.

– ¿Por qué participaron tan pocos periodistas?

-Todavía no he revisado las planillas de acreditaciones para poder precisar la cantidad de periodistas asistentes en este momento. Sí puedo, en cambio, volver sobre lo dicho anteriormente: la crónica puede ser una herramienta para producir y comunicar conocimiento narrativamente. Esta convicción nos lleva a exceder los campos disciplinares y profesionales: es decir, no se trata de un encuentro destinado exclusivamente a periodistas o literatxs, a docentes e investigadores del mundo de las Letras, sino que también convoca a antropólogxs, comunicadores, artistas, documentalistas, al público en general que quiera leer, escribir o producir relatos, porque relatos tenemos todos y al conocimiento lo construiremos situadamente. Por ahí va la propuesta, veremos cómo vamos creciendo en ella; pues se trata de un proceso destinado a una intersección de disciplinas y no a un público ultra específico.

-¿ Alguna autocrítica o algo a mejorar para el 2021?

– Miles de cosas para mejorar, para hacer virajes, para afianzar, para seguir probando. Organizar eventos desde la Universidad Nacional es, en este momento, un acto de resistencia. Si bien contamos con el aliento y el respaldo de las autoridades tanto de la facultad como del rectorado, que nos ayudan en un panorama de ajuste, es poca la financiación que nos pueden brindar en este momento. Y esta limitación sobre carga la organización, pide muchos esfuerzos a quienes participan, nos entorpece y por ratos nos vuelve más creativos. Hay, sí, un compromiso enorme de estudiantes y graduadxs que pusieron el cuerpo, el trabajo y la garra en estos días que pasaron. En este marco, estamos haciendo la autoevaluación de la organización del evento para no caer en exitismos ni desencantos. Sin embargo, más allá de lo organizativo,  queremos que esto que ya está sucediendo siga creciendo y que desmonte algunas ideas estancas, que marque realmente cambios conceptuales, que ponga a Salta en el escenario de la crónica nacional, que nos vincule y nos comunique con la sociedad de un modo más auténtico, que nos dé un impulso testimonial.

Patricia Patocco

( En la fotografía: Betina Campuzano en la inauguración junto a Marta Dillon y Mónica Bernabé)