Rodrigo Moscoso, director de Badur Hogar
“ME SORPRENDE QUE LE GUSTE A GENTE TAN DIVERSA”

El 23 de mayo pasado, un año después que terminara el rodaje de Badur Hogar, se estrenó en todo el país la película, con gran asistencia de público salteño, al punto que ya es un hecho la cuarta semana de exhibición. Todo un mérito pensando que les tocó estrenar junto con Godzilla, Avvengers y Aladdin, lo que no fue impedimento para que los salteños hicieran sentir su apoyo a esta producción.

Con un elenco constituído casi exclusivamente por actores locales y resuelto también desde lo técnico por un 99% de salteños, la comedia dramática, viene convulsionando Salta desde hace dos años, porque significó sueños y trabajo para muchísima gente.

Dialogamos con su director, Rodrigo Moscoso sobre muchos aspectos del filme, que se ha metido en el corazón de los provincianos por su frescura y quizás también por el modo en que la producción fue haciendo partícipe cada vez a más salteños de un filme que recoge buenas críticas a lo largo del país, mostrando desde hace dos años a esta parte el back stage o la previa del filme en la que todos querían estar.

Con los protagónicos de Javier Flores y Bárbara Lombardo, la actuación especial de Cástulo Guerra y otras muy interesantes como la de Nicolás Obregón, la película relata el encuentro entre un salteño y una porteña entre los que llevan adelante una comedia de enredos que podría suceder en cualquier ciudad, pero al transcurrir en Salta, tiene varios condimentos locales y de allí quizás la particularidad de su encanto.

“Nuestros números no hacen la diferencia contra esos monstruos que tienen todo el apoyo publicitario, nosotros no tenemos presupuesto para acompañar con afiches y difusión  en todas las ciudades en que se presenta, sin embargo en Salta la gente sale contenta, la recomienda y el boca a boca funciona muy bien”- dice Rodrigo Moscoso, el director en relación al hecho de que la industria del cine abarca muchísimas aristas insospechadas para los espectadores, entre ellas, la de las cadenas de distribución y los programadores  que deciden qué película sigue en cartel en cada provincia.

La gestación de Badur Hogar se fue dando a lo largo de mucho tiempo – explica Moscoso – “Hubo una convocatoria que abrió el Instituto hace un par de años para dos largos regionales. Cuando surgió, yo estaba envalentonado con recuperar un guión que escribimos hace muchos años junto a Patricio Cárrega, lo actualizamos y nos presentamos. Finalmente obtuvimos el premio que no tiene un gran presupuesto -como que se sigue menospreciando al cine del interior – pero no hubiera sido posible hacerlo sin él.  Desde Buenos Aires, no piensan en políticas federales , fijate que entre los requisitos figuraba además de la residencia en la zona el tener al menos un largometraje previo. Por suerte yo tenía Modelo 73 en mi haber, así que el mío fue el único proyecto que llegó al jurado y ganó. El gobierno provincial hizo entonces, una especie de puente adelantándonos dinero para ir rodando. Por ejemplo ya habíamos rodado y recién el INCAa nos estaba girando el dinero de pre producción. La Municipalidad también colaboró con el Distrito Audiovisual y luego, recibimos el apoyo de muchísima gente que facilitó o alquiló a bajo precio locaciones, autos, electrodomésticos, mostradores, expositores  que nos prestó Maluf. No tenemos equipos de filmación así que hubo que alquilar todo.

-¿Cuánta gente intervino?

– Muchísima gente, igual se ve más de lo que hubo. Hubo mucho ingenio, gran creatividad. Más allá del equipo técnico, producción y actores se estiman como 200 puestos de trabajo indirectos: los alquileres, el catering, transporte, toda la tercerización. La película sale unos 9 millones de pesos, que es poco para una producción así. Ahora nos queda, lo que falta del premio, parte del subsidio, ver si se la puede vender a algún mercado internacional, en fin. Es complicado el sistema, largos vericuetos que hay que atravesar para hacer una película.

– ¿Se puede decir que un director es un gran esperanzado, entonces?

– Si, pero tengo que aclarar que fui director, guionista y productor. La misma directora de arte, Mariela Ripodas,  se sorprendía de esto. Porque con la segunda película ya se supone que uno puede tener esos puestos cubiertos para solo dirigir, pero esto es como mi segunda ópera prima. Pensemos que Modelo 73, mi anterior película,  fue filmada en 1998/99, hace como veinte años. Un largo significa mucha plata, rendiciones, recibos y toda esa responsabilidad, pesa sobre mis espaldas, tenés que ser muy cuidados con eso y afortunadamente estuvimos muy bien asesorados ( se refiere a Shooting Salta, la productora desde donde se realizó todo el trabajo).

Mucha gente no lo sabe, pero Modelo 73, se vio muy perjudicada por la devaluación, nunca pude editarla bien en videos porque los negativos quedaron en Canadá. Problemas logísticos y económicos que la gente no tiene porqué saber pero que me impidieron llevarla a festivales y otras cosas.

No me quejo, yo me vine hace diez años a Salta, dejé un trabajo fijo porque deseaba trabajar acá y sigo trabajando en audiovisuales y con la misma gente de mis inicios. Creo que Badur Hogar es también el resultado de todas esas decisiones.

  • ¿Es verdad que los autores, vos y Patricio Cárrega, escribieron la película inspirados en Javier Flores?
  • Si, más que inspirados, fue a medida, digamos un trabajo de sastre. Lo conocí hace años haciendo un papel chiquito en Modelo 73 y le tenía muchísima fe. La “Morsa” (Javier Flores) es un amigo con una personalidad especial, siempre de buen humor y al que alguna vez hice viajar a Buenos Aires para hacer un comercial, luego a ensayar con una importante actriz, lo fui probando de a poco y me gustó mucho su actuación.

Luego la película sucedía en Salta, el personaje era un loser, un chango que vivía con sus padres, un chistoso y yo veo muchas cosas en su personalidad que encajaban con este rol. Su postura corporal y que a la vez tiene esa chispa, esa cosa graciosa…no? Lo difícil era hacerlo actuar las escenas dramáticas pero salió airoso de esas escenas también… Hace diez años que le vengo diciendo que escriba y actúe. Tiene mucho talento y potencial.

Pero además tenemos muchos lujos en la película: Cástulo Guerra, un actor increíble; Mariela Rípodas quizás la mejor directora de arte en el país; Bárbara Lombardo con su frescura, Nicolás Obregón que hace un papel secundario brillante, el músico Axel  Krygier…muchos.

 

– ¿Cómo fue el rodaje?

– En los largos pasan a veces cosas increíbles que tienen que ver con climas, humor de la gente, momentos que le otorgan otras características al resultado final. Como director uno no puede estar digitando todo, de verdad necesitás un buen equipo que te acompañe, y uno tratar de concentrarse en el timón un poquito para allá o para acá, pero no en cada detalle.

Fueron cinco semanas muy intensas. En la previa se habla todo, se diseña, se conversa muchísimo que son cinco semanas más, un año de reescritura, más los diez años que estuvo macerando, mucho tiempo… pero en el rodaje me relajé y entendí que cada uno tiene que hacer lo suyo.

  • ¿Cuáles son las principales virtudes que le ves ahora, a cuatro semanas del estreno…
  • Hice la película intentando conectar con la gente. No quería hacer una película hermética. No me salen así, creo que siempre hay que renovar el lenguaje, dar algo novedoso que haga pensar. Más allá de ser una comedia, casi diríamos clásica que remite a otras, me sorprende que sea tan diversa la gente a la que le gusta: desde una señora ultra conservadora y religiosa de 80 años a una feminista de 14 años. Creo que tiene que ver con el clasisimo de la película. Es como para toda la familia pero cuela algunos temas, que pasan desapercibidos como el de los hongos, la familia incomunicada…se naturaliza lo que sucede en la realidad y todos conocemos.
  • Para Salta, algunas situaciones podrían ser hasta lugares comunes…?
  • Sí, pero que nadie las retrata. Porque cuando uno piensa en una película en Salta piensa en las empanadas, el vino, el folclore, tips dela salteñidad que están en la superficie…pero luego salen otros temas más urbanos, más de clase media, mini conflictos familiares, la incomunicación… Pero que se entienda bien, no queríamos hacer una película de estudio sociológico sobre la salteñidad. Es una historia universal que atraviesa e incluye orgánicamente un montón de temas que tienen que ver con Salta.

Está pasando algo interesante, que la gente ve la película y se va a charlar sobre ella y a discutir, a mí me encanta. Alguien hasta me dijo que le pareció una “patada en la nuca” a la sociedad de Salta.

  • ¿Y es así?, ¿por ejemplo con el tema de la hipocresía y la mentira que subyace?
  • ( Se ríe) Claro, puede ser que acá nos sintamos mas interpelados, pero en realidad las historias de mentiras transcurren en todos lados.
  • ¿Cómo fue la recepción en Buenos Aires, con el lenguaje tan “salteño”?
  • En el BAFICI le fue muy bien en cuanto a la cantidad de gente aunque no obtuvimos ningún premio. Aclaro que no me produce ningún conflicto, por allí ellos están para premiar lenguajes más rupturistas. Mi miedo era que en Buenos Aires el lenguaje se tomara como un regionalismo forzado, como que trataba de aportarle naturalidad a la fuerza pero no, me dijeron que al comienzo les costaba entender lo que dicen, pero luego no, después es un sonido más. Eso también me lleva a la reflexión de que estamos muy poco acostumbrados a escucharnos hablar “en salteño”, no existen casi obras así.

Obvio que es un hecho extraño…y al porteño también le resulta raro y eso es lo interesante. A la cinematografia nacional le aporta frescura: otros paisajes y que se hable de otra manera en una historia urbana que puede ser en cualquier lugar.

-¿Qué se viene?

-Y, no se, acompañar la distribución por lo pronto. No me puedo ocupar más que de eso ahora. Me costó volver porque es una “patriada”, no me quiero hacer el héroe pero hacer algo todo desde el interior no es lo mismo que estar en Buenos Aires e ir al interior con equipos y demás.  El 99% por ciento de actores y lo 36 técnicos son salteños, ha sido una apuesta enorme. Por suerte el público está devolviendo con su entusiasmo.

-¿Tenés algún otro guión por allí?

-¿Otro guión?, no, no me da la cabeza para tanto. Yo no soy una usina de ideas, conozco mis limitaciones. Me llevó tiempo, me costó entender cómo quería que sean los personajes, fue un trabajo de equipo, de pulido fino y armado hasta que lo logramos. Obvio que todo esto te retroalimenta y ahora estoy con varias ideas dándome vuelta. En este momento creo que todo valió la pena, haberme mudado hace diez años a Salta arrastrando a los míos, haber esperado tanto por este guión, haber puesto en riesgo la economía familiar, todo…

-¿Qué exista ARAS, la asociación, sirvió para que se de lo del filme?

-La Asociación es un lugar de encuentro. Creo profundamente en el trabajo asociativo. A nivel país es la asociación más numerosa. Es un lugar de referencia, pero no está golpeando paredes para entrar y por eso quizás funciona, porque es un lugar donde nos encontramos todos pero relajados. En Salta no tenemos carrera de cine, pero hay mucha gente que de verdad quiere hacer cosas. Está bien irse afuera a estudiar, pero lo que no está bien es eso de “no poder volver porque aquí no hay trabajo”, que sucede tanto. Los técnicos que se quedan acá ponen realmente mucho esfuerzo para trabajar. No hay una política de fomento para permitir que los técnicos vivan y trabajen acá. El hecho de que se haya dado la película es un espejo y un estímulo para todos los que trabajamos en esto. Ojalá le llegue a la dirigencia política, para que provincia pueda ser un polo productivo algún día. Tienen que haber incentivos para la actividad, estoy seguro que si por ejemplo se pudieran poner carteles en Córdoba, la película estaría mucho más tiempo en cartel allá, una ciudad llena de jóvenes estudiantes…pero, faltan políticas reales federales y algunos incentivos que tienen que pensar las provincias para fomentar y producir cine, un arte que involucra a muchas personas.

(Patricia Patocco)