La artista salteña Sandra Aguirre, vocalista y compositora, que fuera Revelación de Cosquín en 1998 y que lleva cuatro discos editados desde entonces, se manifestó con una carta abierta por el tema del cupo femenino en los escenarios – que no se cumple debidamente- en los festivales que por estos días llenan las agendas pre y post carnaval a lo largo del país.
Con dolor y significativa molestia escribió la nota que hizo llegar a ARTENAUTAS para su publicación.
«Un poco de historia…
Nací en Salta, una provincia pluricultural que nunca terminó de auto-percibirse así.
Crecí comprando en verdulerías de vecinos nacidos en Bolivia, conversé con albañiles chilenos mientras hacían la tapia de mi casa de infancia, escuché el relato de mi bisabuela cuando llegó en el barco desde Italia. Mi voz me sorprendió cantando en un acto escolar frente a cinco firmes militares en 1979, “El día de la soberanía” me dijeron las maestras, paraditas al lado de firmes monjas. Recé en la misa de mi primaria católica. Pequé entrando sin pagar al teatro de la Casa de la Cultura y descubrí así al más fabuloso músico salteño: Gustavo Leguizamón. Conocí el teatro con García Lorca y en esa obra me embriagué con la voz más poderosa y bella que jamás había escuchado…: Melania Pérez. Pensé que no podía escribir canciones y un día lo hice. Pensé que jamás dejaría el rock y lo dejé para cantar jazz. Pensé que el folclore era limitante y cosa de gauchos y en un carnaval en una carpa de Cerrillos cambié de opinión. Supe de una mujer en Metán que contactó con seres de otra galaxia… salió en el diario, curó a cientos de personas…hasta que un día dejó de hacerlo porque los sufrientes robaban sus gallinas. Escuché la historia. La escribí y la canté. Quería grabar un disco…aunque sea uno, donde quedaran mis canciones.
Fui a Cosquín, pasé las instancias, solita mi alma con la guitarra. Gané el concurso cantando la historia de esta señora de Metán y cantando la de otra también: Doña Ubenza. Gané el premio revelación de Cosquín en 1998. Con el tiempo supe que en la historia de ese inmenso festival de la música popular argentina hubo sólo dos ganadores salteños: Jorge Cafrune en 1962 y yo….
Pasó el festival, la festichola, el mercado, los maltratos y el ponchazo. Ví sentadito en el living de Su Giménez a un changuito (hoy millonario) autodenominándose revelación de Cosquín. Encendí un cigarro de psicoanálisis y seguí adelante. Me distinguió el gobernador y le agradecí sonriendo y recordándole que los artistas necesitábamos apoyo antes y después de los premios…nunca más trabajé en un festival en Salta. Me fui, volví, insistí… conseguí algunos escenarios. Olvidé otros.
Igualmente grabe mis discos…ocupé algunos espacios. Aprendí a ganar batallas de una guerra perdida. Y canté con total honestidad.
Desde todos mis comienzos imaginé otro presente.
Salta es una ciudad de hombres y mujeres machistas. “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos» decía Simone de Beauvoir.
Los escenarios están decididos. Hoy, tanto tiempo después, ni ley mediante se convoca a las mujeres músicas de la época. La serenata…la famosa serenata que hoy no cumple con la ley. Recuerdo un diputado diciéndome: “es que lo tuyo es demasiado bueno para la serenata”… todo dicho.
Las mujeres, por ahora…solo musas del folclore.
La escena, el aplauso y el dinero van para los changos tan “rockeados”, con canciones enjuagadas de sonidos pop , tan gomina y de impecable camisita y tan iguales entre si… tan iguales entre si»
SANDRA AGUIRRE, febrero de 2020
Foto archivo de la artista