¡Ay, cuánto me gustan los bombones!
La perdición de mi cintura.
¿Y las flores?,
Las disfruto, las cuido, las cultivo…
Lo que amo a las mujeres de mi tribu, lo que admiro sus cualidades.
A las otras, las desconocidas que cruzo por la vida las miro, las trato, imagino por cuánto han pasado. Se nota en su caminar, en sus ojos, en la ropa, las arrugas y empatizo casi con todas.
Lo bien que me hace el contacto con las mujeres espirituales, esas chamanas que brindan paz y amor aunque sea con una frase de autoayuda o de moda.
Pero hoy no, por favor.
Hoy no.
Hoy salgo a la vida con anteojeras, para no confundirme.
Recuerdo todo lo logrado, los tantos derechos sucesivos: a leer, a estudiar, a trabajar, a votar, a decidir sobre el propio cuerpo…
Pero también veo el largo camino que falta recorrer para llegar a la equidad.
Tengo muy presente que las tareas de cuidado puertas adentro siguen siendo mayoritariamente femeninas ( 73 % contra un 23%).
Sigo viendo cómo eluden tantos hombres pagar la cuota alimentaria a sus propios hijos (o estafarlos, con menos de lo que les corresponde), pensando que estafan a sus ex mujeres.
Aún observo cuánto menos que los hombres ganan las mujeres (sí, también yo, comunicadora independiente)
Cómo sale la trabajadora corriendo en uniforme para llegar a comprar leche para sus hijos- buscando la más barata- o la vieja que no llega con la jubilación de hambre, porque claro, la inflación.
Las sutiles violencias de cada día.
Y las otras violencias que desfiguran el alma, con mujeres que aparecen en descampados o vertederos, como pasa en Salta, que sigue meciendo el machismo desde la cuna.
Con niñas y niños que se quedan sin madres antes de tiempo.
Con niñas violadas en pleno centro de la ciudad.
Y un Estado que ha aggiornado su discurso pero en el fondo, mantiene practicas machistas disfrazadas de buenas intenciones, escondidas en los recovecos del poder.
No alcanza.
No dejemos que se atomicen los reales problemas de cada día.
Tenemos que educar en la casa a los más pequeños y estar atentas.
Y mirar las listas de candidatos a ver cuántas mujeres hay en los primeros lugares. A ver si la ley de cupo es casi un adorno mientras las urgencias siguen y la falta de equidad se fragmenta en tantos pedidos.
Que no se desdibuje la agenda.
Que el feminismo del discurso políticamente correcto coincida con la práctica.
Que el feminismo de cotillón, no nos nuble la vista.
(Patricia Patocco, marzo de 2023)