Se fue una de las artistas más trabajadoras y versátiles de la escena salteña.
Vivió para el teatro y la docencia y ahora estaba, por su edad ya alejada de los escenarios.
María Delia Vargas brilló desde la época del mítico Teatro Phersu, mimada por la crítica y aplaudida por décadas.
Fervorosa amante de la disciplina a la hora de actuar, no tenía inconvenientes en trabajar a deshora en ensayos y luego, descolgar de la percha su delantal blanco y partir para la escuela.
Creadora inagotable con un histrionismo a toda prueba, recorrió todo el interior salteño durante varias décadas y recibió los últimos aplausos vía Facebook, en noviembre de 2020 cuando su sobrina, Emilia Gutiérrez presentó su biografía “De pronto, Delia”.
Tan auténtica, tan apasionada, era de esas personas que sorprendían siempre con sus salidas más inocentes, con los gestos más tiernos y los enojos más rotundos.
Tuve el honor de acompañarla en esa experiencia de entrevista on line para presentar su biografía, que disfrutó enormemente y compartir muchos momentos increíbles con esta mujer nacida para la actuación, que olía a dulces caseros y flores, como su propio hogar.
Una flor silvestre (como le gustaba), en su inolvidable recuerdo.
Las redes sociales se llenaron por estos días de cariños y recuerdos en su honor, de docentes y alumnos/as que tuvieron la fortuna de encontrarla en el camino.
Llamó la atención sin embargo, la falta de presencia, de discursos, de esquelas y muestras de respeto de autoridades de cultura de nuestra provincia.
Ausencias significativas, tanto como su presencia ya sellada indeleblemente en la historia del teatro, de los títeres y del cine de la región toda.
(Patricia Patocco)
(Foto: Emilia Gutiérrez)