“Allá Ellas” es un grupo de artistas plásticas -Silvia Katz, Gabriela Zanandrea, Virginia Montaldi y María Laura Buccianti-, que se formó hace algún tiempo ya. Amistad, admiración mutua y ganas de trabajar juntas las encontraron un día, de hace unos cuantos años, reuniéndose para dibujar, pintar y conversar. Hicieron clínicas de arte, tomaron cursos, salieron a días de retiros creativos en el campo, presentaron algunas muestras y sobre todo, se rieron mucho, comprobando la cantidad de afinidades que tienen.
Venían gestando la inquietud de llevar sus imágenes a la narrativa y formarse en el mundo de la ilustración y el libro/álbum que son, en líneas generales, libros con muy poco texto o ninguno, que cuentan una historia sin necesidad de estar acompañados de un texto literario. El desarrollo de esa historia implica niveles y recursos narrativos que incluyen préstamos del cine, del arte y del discurso plástico propiamente y donde se despliegan códigos visuales que pueden ser tan potentes y sugestivos como los del lenguaje literario.
Y finalmente, surgió la oportunidad de hacerlo.
“El proceso duró poco más de dos años – explica Silvia Katz, que, como directora del Taller Azul es la que más experiencia tenía en el proceso de elaboración de libros, “A fines de 2016 nos presentamos a una beca de formación de Libro Álbum del Fondo Nacional de las Artes, la obtuvimos y convocamos a referentes de la literatura infantil y juvenil, sobre todo de la ilustración y del diseño. Logramos que dos de ellos vengan a Salta y nosotros tomar allá talleres intensivos. El proceso fue grupal, nos juntamos a trabajar varias veces pero íbamos elaborando las propuestas de cada una, rumiando lo que habíamos aprendido de los docentes. El encuentro con ellos fue de intensos aportes y devoluciones pero a la hora del taller, el trabajo es estrictamente personal. Hubo un trabajo muy interesante, cuando se terminó volvimos a juntarnos con Juan Lima y aprovechamos una venida de Diego Bianki a Salta, ya con los proyectos casi terminados. Son cuatro artistas impresionantes, referentes nacionales en el tema, a quienes admiramos muchísimo por su trabajo”
“Queríamos aprender los códigos de este tipo de libros, sus posibilidades, y extender nuestras obras a una historia. Con la beca del Fondo Nacional de las artes trajimos a nuestras vidas a esos grandes sabedores del tema que son Juan Lima, María Wernicke y Daniel Roldán para sumar luego a Diego Bianki”- agrega Gabriela Zanandrea.
El resultado fue cuatro hermosos libros que presentaron en el día del amigo en la biblioteca provincial, donde hubo, como en una gran fiesta familiar, de todo: banderines, música, juegos para niños y grandes, sorteos de obras y de libros, degustaciones, exposición de bocetos y obras que integran el libro y sobre todo una inmensa cantidad de amigos/lectores de todas las edades, celebrando a los libros y a las buenas ideas.
Cada obra con su formato, fisonomía y colores propios, abordaron temas diferentes: la distancia, los estereotipos de género, los miedos, la tristeza y otros más que, la poesía de sus imágenes/palabras dejan entrever.
Al respecto ARTENAUTAS dialogó con las cuatro artistas, que comentaron lo siguiente sobre sus obras y los trabajos creativos que demandaron cada una de ellas.
Virginia Montaldi, en el libro “Si me ves feliz” trabajó con la autora Meliza Ortiz y afirma lo siguiente “La conocí con “Quinotos al Wisky” (libro editado en el 2008). Fue un encuentro con un tipo de poesía que me incluía totalmente. Un libro hermoso que usé con mis alumnos en el taller muchos años. Y cuando tomó forma el proyecto grupal de Allá Ellas inmediatamente me imaginé ilustrando esos poemas. La autora me facilitó otras publicaciones de las que elegí “Poemas para sacármelos de encima” (ed. 2006). Lo primero que hice fue seleccionar un grupo de 11 a 15 poemas de más de 60 que tiene el libro. Hacer una reedición del orden de aparición y darles “discusión” con las imágenes. Ese era mi objetivo, lograr una imagen con la potencia de los poemas. Que al verlas completen o aumenten la experiencia de la lectura de los textos”
-¿Cómo fue tu proceso de elaboración?
– Fue largo, metódico, descarté mucho material… ir y volver permanentemente buscando un modo, un hilo conductor. El clima de las ilustraciones es algo que ya venía trabajando en mi obra antes de este proyecto. El efecto de las relaciones amorosas en el estado de ánimo vivido desde lo femenino, el desencuentro, la ilusión de un otro, la idealización del amor de pareja, el olvido.
Los poemas de Meliza abren lugares donde uno puede depositar esas experiencias y me pareció que podían ser un equipo con mis imágenes. Una vez que conseguí dar forma a esta edición me puse nuevamente en contacto con Meliza para proponerle entrar a imprenta y materializar el proyecto. Por suerte aceptó ¡Y aquí estamos!
María Laura Buccianti trabajó de otra manera en su libro “Un miedo” y lo cuenta así: “Empecé a trabajar con canciones que me remitían a imágenes- desde muy chica- como Baguala para mi sombra, de Espinoza, con los textos de Perecito también. Primero me enganché con la Canción de las Cantinas, pero no podía apropiarme del texto, como que lo veía desde afuera. En esa instancia de búsqueda creativa me di cuenta que escuchaba todos los días una canción de Gabo Ferro que dice algo así como “lo que te da terror, es lo que te define mejor”. Y ahí pude entender que siempre trabajé mucho con el tema de los temores infantiles. Fue un hallazgo y me sirvió para hacer mi propia versión de los miedos. Fue primero la música, la canción y luego las imágenes.
Pero además, el proceso de Allá Ellas fue muy interesante por lo que hicimos en forma conjunta y luego, el proceso más personal de cada una.
Cada una de nosotras, sostiene mucha admiración y respeto por las carreras de las otras entonces, a partir de eso se hicieron búsquedas interesantísimas a nivel individual y el grupo, fue logrando su propia dinámica también.
-¿Esta dedicado a alguien en especial?
– A alguien que venció mis miedos: Sofía Arias, mi espejo, que está en un trayecto algo complicado del crecimiento. Ella y yo somos muy pegadas y siento eso, que juntas, vamos venciendo miedos.
Gabriela Zanandrea, por su parte, se considera una “saltimbanqui de la vida”, igual que la autora con quien compartió el trabajo de su libro “Distancia”, comentó “Emilia Arce y yo coincidimos en Salta justo en el momento en que también coincidían nuestras experiencias de vida. Ambas familias habían vivido largos años en el exterior con hijos de edades similares, afinidades intelectuales y una adicción por las risas. Nos hicimos amigas antes de descubrir que teníamos poéticas muy similares. Un día empezamos a imaginar un libro juntas y así nació “Luli en los espejos”. Ahí está, todavía en proceso, sentía que para ilustrar hay que saber y todavía yo no sabía…pero justo surgió lo de esta beca, así que el trabajo tomó otro rumbo.
– ¿Cómo fue?
– Emilia me había dado un par de poesías y elegimos juntas “Distancia”, un poema en inglés que estaba escrito para su hijo menor y el mejor amigo que había quedado por allá lejos. Para mí el tema es carne viva siempre. Si bien estoy acostumbrada a desarraigarme ya que llevo dando vueltas por el mundo desde hace tanto que ya no me acuerdo (España, Estados Unidos, Puerto Rico y después Salta), la distancia que nunca deja de latir, es la que tengo con mi hermana que vive lejos desde hace 30 años. Mi querida hermana, mi mejor amiga, mi cobijo.
¡En el proceso surgieron tantas cosas interesantes! y el diálogo texto/ imagen fue en mi proyecto en particular una experiencia genial. Por esa amistad que nos une, el respeto a los saberes de la otra y la llanura de nuestras personalidades; el libro fue y vino, modificamos tanto la palabra con la imagen en cada vuelta, y tomó cada vez un cuerpo mas unido, más integral de lo que queríamos expresar. Fue un trabajo en equipo de los de verdad…Y en la imagen, finalmente quedó plasmada mi personalidad costera: porteña, hija de inmigrantes europeos, en la que la distancia siempre se mide en agua…
Por lo pronto el libro estará a la venta en forma directa y en librerías de Salta aunque, está la posibilidad de que viajen a librerías de otras ciudades. Cuestión complicada para todos los autores del “interior del país”: la distribución.
“Una vez que terminamos los libros logramos el apoyo del Fondo Editorial de la Provincia, no total, porque vivimos un proceso de inflación que hizo que tengamos que poner dinero nosotras también, pero tuvimos el apoyo.
Se van a encontrar en Salta y en varias ciudades del país, lo que nos da una gran alegría”- explica Silvia Katz, quien, como decíamos, ya tiene vasta experiencia en literatura infanto juvenil.
Ella hizo un libro sin palabras, un libro silente. Esa categoría de obras en la que el discurso visual es el que construye el significado y por lo tanto la historia. Su historia se llama “Rousmeri” y lo primero que llama la atención de él es que está pintado casi entero de color rosa y aborda, los significados de los colores que se adjudican a la infancia. Un libro que habla de género, sin hablar con palabras.
Le consultamos si es autobiográfico y respondió
“En realidad a mi también me vistieron de rosa, como a casi todas y ahora mismo estoy viendo una foto mía de chiquita vestida de hada rosa, pero en realidad “Rousmeri” está inspirada en historias que vivo hace muchos años en el taller, en el trabajo con los chicos: el uso del color como pertenencia a un sexo, a un género determinado. En este caso está usado como un símbolo de estereotipos que se dan en el mundo de la infancia, las cosas, los juegos, los juguetes para nenas o nenes. Por ejemplo entre el 60 o 65 % de los asistentes al taller son mujeres, esos pasa en ciudades coloniales y patriarcales como la nuestra donde el arte es cosa de mujeres y los varones tienen que jugar al rugby para ser más “machos”.
Por suerte eso está cambiando bastante rápido y vamos deconstruyendo los roles, esos estereotipos que nosotros mismos construímos desde antes de nacer, sin querer, ni darnos cuenta.
Yo elegí ese símbolo, el uso y el abuso del color rosa para hablar de los estereotipos, pero hay otros más. El mismo nombre Rousmeri, así castellanizado, habla también de esa idea un tanto pretenciosa de que todo lo importado, o lo escrito en inglés es más fino. Habla de los padres de una niña que no supieron ni como inscribirla pero que imaginan que va a ser suave y delicada como una rosa, porque desde la familia, desde la escuela, desde la sociedad de consumo es lo normal, que se marca, lo que es para niñas y para varones.
La publicidad transmite que las niñas tienen que estar bellas y hay hasta spa para niñas, todos mandatos sociales que, por suerte se van deconstruyendo en estos últimos años”
La experiencia de los libros álbumes se convirtió así en cuatro obras deliciosas, para personas de todas las edades, con ganas de asomarse a mundos poéticos por donde se los mire.
Se lo consigue en todas las librerías de Salta.
( fotografía de archivo: el grupo Allá Ellas con los profesores Wernicke, Lima y Roldán)