La muerte de un poeta es una pérdida para el mundo.
Nadie como ellos para hacernos reflexionar y sentir sobre la vida. Pero claro, no solo hay que tener palabras, hay que tener vida vivida.
Ha fallecido en Salta el poeta César Antonio Alurralde, un hombre polifacético que vivió intensamente la vida artística de Salta, la vida familiar, laboral y que además se dedicó a publicar de manera intermitente desde 1978.
Fue docente, fue cantor y fundador de coros, dirigente de Juventud Antoniana, el club de sus amores. Pero también trabajó con los números, en el Instituto Provincia de Seguros de Salta, del que escribió su historia.
Fue uno de los fundadores de la Escuela Superior de Ciencias Económicas que más tarde pasó a llamarse Facultad de Ciencias Económicas, de la Unsa.
Autor de 16 libros, la mayoría en el género de la poesía, pero también microrrelatos y cuentos breves de inigualable maestría.
Algunas obras llevan el título como ¨Nubes al garete¨, ¨La casa de los sueños”, ” Pajaros del Alba”, “Cuentos breves”, ” Los Nadies” y “Historia del Instituto Provincial de Seguros”, entre otros.
Pero más allá de la crónica común, guardamos el recuerdo de su generosidad, su don de gentes y su amable predisposición para leer y presentar obras ajenas. Su talento y bonhomía que se transformaban en exigencia mayor a la hora de corregir e incentivar a otros poetas a publicar.
Algunos HAIKUS, esos brevísimos poemas llenos de fuerza e ingenio, de su autoría, en su memoria:
Se mete ufano
en las casas de Salta,
el San Bernando.
Ya se desdijo
de lo que siempre dijo
el buen político.
Zapatos nuevos,
soporte innecesario:
silla de ruedas.
Lo bello nace
del encuentro entre el mundo
y quien lo ve.
Vidrio empañado
por la neblina gris,
llora el invierno.