El Tigre le dicen. Y solo sus íntimos sabrán por qué.
Lo cierto es que así se presenta y así se llama su taller. De oficio; zapatero.
Ingenioso, prolijo, creativo. De esos que encuentran solución al problema más difícil. Si se rompió el carrito de la mochila “déjemelo, voy a ver que le hago”; si el botín de fútbol se abrió “déjemelo, se lo coso y tira un tiempo más”…tiñe, cose, cambia el modelo, arregla taco, suela y punta de todo tipo de calzado, de la dama, el niño o el caballero.
Conoce su trabajo, sus limitaciones y aciertos y está orgulloso de lo que sabe hacer. Un amante de su oficio, que no deja de trabajar y poner en práctica todo lo que conoce y si no tiene aprendices – dice- es que no encuentra gente con paciencia y garra.
El periodismo también es un oficio, aunque desde hace muchos años se enseñe en las universidades.
Hacen falta varias prácticas y destrezas para llevarlo a cabo. Además de estudios, lectura, disciplina, intuición, versatilidad, calle. El verdadero oficio se aprende haciendo, leyendo, investigando, buscando, viviendo…
Si uno se esfuerza lo suficiente se aprende trabajando, como se hacía antes. Si se logra ir a las universidades verdaderas y estudiar, mucho mejor…solo que ahí no hay garantía de obtener más que un título.
Un periodista es un buscador constante. Pero pasa tiempo hasta que el oficio se hace carne y sale naturalmente. Ahí uno ve noticias por todos lados y puede tomarlas, mostrarlas, analizarlas.
Hoy se recuerda el Dia del Periodista y me pregunto ¿por qué hay tanta gente que circula, creyéndose periodista? ¿Por el solo hecho de tener una pauta publicitaria de algún gobierno y poder hablar?
Porque yo se hacer postres, pero no me siento repostera. Puedo interpretar un contrato, pero no me siento abogada. Sabría diferenciar si tengo gripe o anginas, pero se fehacientemente que no soy doctora.
Pienso en el oficio y me pregunto algo más concreto, ¿por qué gente de profesiones tan diversas, hace entrevistas?, en las radios, en la tv, en las páginas web, en actos, presentando libros, presentando artistas…
Porque preguntar, preguntamos todos, pero para hacer una entrevista… hace falta, mucho más que ser conocido o tener un título.
Investigar, pero no saber todo del otro; manejar los tiempos del preguntado y del que escucha, ser ágil para re-preguntar las veces que sea necesario, hasta lograr la respuesta.
Encontrar, el momento adecuado para clavar el estilete. No para dañar, ¡eso jamás! Solo con la astucia suficiente para descolocar y lograr sacar el ”casette“ que más de uno recita.
Una entrevista es un delicado ejercicio de esgrima y para practicarlo, hay que estar en forma.
No son destrezas adquiridas en un abrir y cerrar de ojos. Se corre por la primicia, se sueña con la palabra no hallada, se desborda de felicidad cuando a alguien le hace bien el producto de lo comunicado, se sacude la angustia cuando algo salió mal…
Se gana poco, se corre mucho y se invierte toda la vida en aprender.
En el tiempo en que todos nos medimos por los “me gusta”, los periodistas a veces olvidamos de qué se trata lo nuestro y nos ponemos de modelitos para la selfie o nos sentimos los protagonistas, cuando solo debemos caminar a la par de las historias y desaparecer.
No se trata de cargar una corona, es llevar la responsabilidad de ayudar a interpretar el mundo.
No quiero caminar con zapatos descosidos, ni comer postres mal cocidos, ni escuchar a cantantes desafinados…pero tampoco quiero ser espectadora silenciosa de la continua malversación de esta maravillosa tarea .
Feliz día a todos los que sienten el oficio en la sangre.
(Patricia Patocco, 07 de junio de 2017)