Virginia Montaldi.
La Vicky, artista plástica.
Como toda artista supo que lo era desde niña, aunque ahora señale que lo es desde hace unos veinte años cuando obtuvo el título en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, en Buenos Aires.
Cuando volvió a Salta comenzó a trabajar activamente, a enseñar en forma independiente, en la Escuela de Bellas Artes, a exponer obra junto a pares – integró el grupo Los Contemporáneos- y más acá en el tiempo Allá Ellas- realizó muestras individuales, crió hijos, ilustró libros y ahora, justo en la pandemia había decidido inaugurar su taller y pasado el primer ramalazo, lo hizo.
Claro, como la mayoría de las mujeres artistas integraba el dibujo y la pintura a su trajín diario, creaba en los ratos libres y lo podía hacer pero…un día decidió tener su propio espacio, “su cuarto propio”, al decir de Virgina Woolf.
“Tenía todo un proyecto de inaugurar mi espacio, dar clases en mi taller, organizar mi vida personal y doméstica de madre a partir de estar acá. Visualicé este espacio como base de dinámica familiar…y me hice un “tetris organizativo”, que me llevó tres neuronas mínimo, que no recuperé más…un montón de tiempo y planificación que no sirvió para nada- cuEnta entre risas- Sin embargo me alegré de no llevar a cabo esos planes. Y hacia el segundo mes de pandemia me plantee la necesidad de usarlo como mí espacio como artista y nada más…
Así que en los últimos días de mayo, que ya se me fue desmoronando el miedo intenso que tenía y que combatía munida de lavandina y alcohol…decidí arrancar, venía temprano y me iba tarde disfrutando de mi propio espacio de producción.
– ¿Dónde dibujabas antes?
– Nunca tuve drama, me hacía el espacio en mi casa, en el medio familiar. Pero ahora me pasó esta hermosa sensación de tener este lugar propio, mi lugar de producción y surgió lo de Digresión.
– ¿Qué es Digresión?
– Mis nuevas obras. Me pasa, como espectadora de lo mío, que ya no puedo dejar sola a la obra, veo que necesitan ser dos o tres, veo que necesita interrupción, que necesitan estar con otras, no ser tan accesibles, ser vistas desde otras perspectivas. Capa, interrupción, ruido. También veo que uno interrumpe mucho su trabajo, hace un rato, se va, vuelve…Quería mostrar esa forma de trabajar y también me gustó la idea de hacer un esfuerzo para verla, que no estén todas de frente, que no se simplifique tanto para el espectador que pueda verlas también con las de atrás.
Son decisiones de montaje que hacen a la obra. Para mí este montaje es una sola obra.
La obra se llama Digresión, que es hacer un rodeo, un preámbulo, cuando te vas del tema central, te vas corriendo del lugar y me gustó, me pareció una palabra muy acertada para lo que estoy formulando.
Son especulaciones que vienen del 2017 y hacen su recorrido hasta ahora.
-Tus pinturas eran muy grandes antes, cambiaste también los formatos…
– Y extraño esas dimensiones… lo mismo que ser más tosca para pintar, pero como estuve dos años trabajando para el libro que presentamos el año pasado con el grupo Allá Ellas, (“Si me ves feliz”, Virginia Montaldi y Meliza Ortiz) me sale ahora todo en formatos más pequeños.
– ¿Cómo vivís este tiempo tan especial, de incertidumbres?
– Como artista estoy acostumbrada a no mirar tan lejos en la vida diaria, al menos desde lo económico. La comunidad artística tiene ese debate cada más cerca, el preguntarse “¿puedo ser artista y no tener que hacer otra cosa para vivir?”
– Pero creo que la gente también se está preguntando si puede ser otra cosa, vivir de otras tareas o ¿sólo de la que dice en su diploma?
– Es muy loco, yo me acostumbré y no me disgusta que mis metas sean a corto plazo. O sea, que me vaya bien es pensar que tengo, treinta o noventa días de tranquilidad…
– Sos artista y no necesitás la confirmación del afuera, de la venta…
– Creo que es al revés, ayer pensaba que yo soy eso porque los de afuera me lo permiten, es como uno de mis mandamientos. Si no tuviera el eco de gente que me sostiene en la producción, sentiría que esto es una pérdida de tiempo. Esa reafirmación, ese pacto implícito me reafirma que lo que hago es útil en la sociedad en la que vivo. En eso está también va mi responsabilidad de mostrar la producción y me lleva a preguntarme qué hacemos los artistas para crear y mantener un mercado de gente que desee consumir una obra.
– ¿Cómo ves el consumo del arte en este momento?
– Y bueno, ¿qué nos pasó en cuarentena? Nos dimos cuenta que las necesidades básicas son comida, techo y abrigo pero además, ¿por qué nos enfermamos?, por que no nos alcanza con eso…necesitamos consumir arte, precisamos el encuentro con el otro, lo que nos da placer. Creo que el arte esté entre los placeres del compartir: deportes, música, lecturas, pinturas…necesitamos válvulas como la olla a presión para alivianar el momento.
– ¿Qué es lo próximo que planeas hacer?
– Me gustaría sacar mi obra afuera, a otras provincias y no lo hago, me cuesta porque me entretengo en producir y lo otro, es más de escritorio. Por eso me gustó tanto hacer el libro, que me dio la libertad de entrar a otros ámbitos con toda la ingenuidad del mundo.
Pero es que desde lo personal el arte me resulta tan necesario! Y me hace bien cumplir ese rol, no se si lo cumplo bien o mal…pero me gusta.
-¿En Digresión hablás de vos o del entorno?
– No se si uno puede hablar de otra cosa que no sea de una, creo que siempre hay algo de autorreferencia. ..
Igual creo que esta felicidad de tener un espacio tiene que ver con este contexto de crisis institucional que quizás tenemos los artistas más viejones, que quisiéramos que los museos nos colaboren para salir, ir a otros lugares. En ese punto, esto de abrir mi espacio tiene que ver con el contexto de crisis y con la ausencia de seguridad a largo plazo…no se que pasará más adelante. Por ahora lo disfruto minuto a minuto y voy armando mes a mes “mi cuarto propio”. No es un espacio negociable, lo comprendí y lo comprendieron los otros, capaz que en otro contexto no se hubiera dado…gracias “Corona”!!!…( y ríe con ganas)
Digresión.
Así se llaman las nuevas obras de Virginia Montaldi, expuestas en su recién inaugurado taller de calle Ameghino 655, que puede ser visitado los martes y jueves, de 11 a 18 hs.
Patricia Patocco