ELLA

Ella tembló.

Y lo que es peor, en la boca de ignorantes forasteros. Y saltaron todos.

Ellos, mortificados en su orgullo apelaron a las tradiciones más antiguas: las ortodoxas y también las imaginadas en noches de ronda, en las que Ella siempre acompañaba.

Se remontaron al bronce de los primeros gauchos y más atrás, mucho más atrás a  buscar a todos los ilustres que la eligieron.

Y se fueron más lejos aún, al inicio de los tiempos, allí cuando los sabios y chamanes la conocieron en leyendas fantásticas. Se apeló a su uso curativo, a sus fantásticos poderes: para el mal de altura, para trabajar incansablemente, para alimentar desnutriciones. Analgésica del dolor del alma y del cuerpo.

Se llenaron extensas páginas de diarios, espacios de radio y tv, de redes sociales en su defensa…casi…como si se hubiera manchado el honor de una madre. O más…

En otras ciudades andinas ya forma parte del pan, de las barritas de cereales y de bebidas espirituosas, parece que ahí la tradición empieza a combinarse con el consumo y la venta turística.

Y en otras ciudades, ella es hoy compañera inseparable de muchos.

No solo de quienes padecen dolencias estomacales o tienen que desvelarse estudiando o trabajando…digámoslo completo….es compañera inseparabl de extensas noches de “viernes club”, esa versión norteña de la trasnochada masculina ccn juegos varios incluídos, que también es tradición por aquí, claro.  Y muchas veces, tristemente, también está presente en las  violencias descerrajadas por el alcohol, que también circula y mucho, en nuestra amada Salta.

Es que también Ella es, casi siempre,  perfecta consorte del machismo.

Y ya que tanto nos hemos expresado a su favor y sabemos – con exactitud- cuantos gramos la separan de la otra, la peligrosa, la que sí es realmente droga…digámoslo también, que su cultivo genera mucho trabajo a los campesinos pobres de América y enriquece a gente de todo el mundo.

Pero Ella está más allá toda disquisición geopolítica, aunque haya duplicado su precio.

Y aunque huele muy mal en la boca de quienes la adoran y hasta verdea desagradablemente los dientes…tiene ese no se qué…que la convierte en la más defendida y honrada, por esa mayoría que no se expresa tan bonito ni tan extenso para condenar la violencia o los femicidios. Al menos así, públicamente, en los medios.

La cofradía envalentonada, cerró filas en su desprecio al otro, al ignorante y la cubrió de halagos. ¿Será que así es el amor?

Ella continuará su reinado, se le rinde amor y devoción cultural, de generación en generación. Con un amor cada vez más extendido, en todas las clases sociales y ya, casi a toda hora.

Le dicen ”Coca” y no es la Sarli, (la verdad, genera muchos más admiradores que ella)

 

(Patricia Patocco)