“Encandilan Luces”, de Ale Gallo
“SOBRE LA ORIGINALIDAD Y LA PERIFERIA”

 

Terminó la 23º Semana del Cine Argentino en Salta, con una movida de público, talleres, cineastas y discusiones muy interesantes en este momento difícil para el cine y para las actividades culturales en general.

En ese marco, una de las exhibiciones más aplaudidas dentro del segmento La mirada salteña, fue el estreno de la película de Alejandro Gallo, ENCANDILAN LUCES. Un documental de 80 minutos en los que presenta de una manera muy particular la obra de Los Síquicos Litoraleños, un grupo de “chamamé psicodélico”, nombrado como los “Pink Floid de los pobres” que inspiraron una vanguardia musical en Corrientes y que, sin embargo, insisten en quedarse fuera de la escena musical.

La película que comienza como un delirio extraño, filmaciones en el campo, en un chiquero de algún lugar del noreste argentino con gente buscando instrumentos perdidos, va adquiriendo poco a poco la forma de un claro documental que respira un espíritu parecido al del grupo musical y nos va dando de a poco, a los néofitos en el tema, una referencia simpática, entretenida y a la vez reflexiva sobre la música de la periferia, esa que a veces llega al exterior de nuestro país, antes que al corazón mismo de él.

Los Síquicos Litoraleños son un misterio, pero con historia, con cuerpo y alma y además, Alejandro Gallo, supo dirigirla muy en sintonía, con guión propio y de Santiago Van Dam y producción de Juan Pablo Di Bitonto.

Dialogamos con Gallo, antes de su partida a acompañar la película a festivales donde va siendo invitada y comentó su alegría por haberla estrenado masivamente en Salta y con tan buenas repercusiones pese a no ser un tema universal “Más allá de que no esté dirigida a un público masivo si el espectador se entrega a la experiencia creo que es muy disfrutable, no es una película hermética. Como tiene cierto grado de experimentación entiendo también que algunos se queden afuera pero no era la intención. Sucede que tenía que estar en sintonía con el universo de estos músicos extraños, con lo que retrata. Pero me encantó la recepción que tuvo en Salta”

La película fue estrenada en el Gaumont, de Buenos Aires, donde estuvo dos semanas en cartel, con buena cantidad de público pero empujada prontamente por otros estrenos. Presentada ya en otros circuitos donde obtuvo una mención ( Festival Leonardo Favio de Bolívar) y con invitaciones para otros, su autor comienza a transitar el largo camino de los festivales. Pero ser bien recibida en su tierra le da ímpetu y sobre todo gran alegría a Alejandro Gallo, salteño que creció y estudió cine en Buenos Aires y regresó a radicarse en Salta, donde construyó su casa, su familia, luego de filmar además más de veinte cortometrajes.

– La película tiene una larga historia, ¿como diste con ella?

– Fue casualidad. También soy músico y mi salida favorita hasta hoy es ir a recitales y acá en este primer largometraje, combiné mis dos pasiones. En el 2005, trabajaba en una productora en Buenos Aires y un amigo me invita a ver un festival en la zona sur, en una fábrica recuperada de Parque Patricios. Era la primera vez que los Síquicos Litoraleños tocaban allá. Fue como una noche que marcó mi vida…fue un impacto muy fuerte. Como nunca había escuchado ni visto algo así, me pareció muy auténtico, y me pareció increíble que desde un pueblo de Corrientes trajeran ese sonido a Buenos Aires porque suele ser al revés.

Me contacté con ellos pero luego les perdí el rastro mucho tiempo. Cada tanto los googleaba sin suerte hasta que un día empecé a encontrar los videos que lograban subir en Curuzú Cuatiá, donde nacieron y hacen su música, tomando de improviso los espacios públicos con sus presentaciones. Era cuando comenzaba you tube y ellos con sus pocos recursos tecnológicos intentaban subir videos. Fue mi segunda afirmación de que quería hacer algo con ellos.

-¿Cierto que los seguiste por muchos países?

– Algo así. Los videos empezaron a tener repercusiones en distintos lugares del planeta. Desde un centro cultural de Holanda los contactaron ofreciéndoles pagarles una gira y allá partieron. Yo los seguí en esa gira, en el 2009 fuimos a Holanda y Bélgica, luego los seguí por Argentina y en el 2016 que volvieron a viajar les presté una cámara para que filmaran.

– ¿Cómo fue este largo proceso creativo?

– Yo reafirmo ese proceso creativo porque al principio no sabía qué hacer . Al comienzo fue solo el registro de sus actuaciones en vivo. Después cuando los acompañé y empecé a filmarlos más, no solo en las tocadas sino en otras situaciones y de a poco me fui dando cuenta de que tenía un buen material. Me llamó la atención no solo la repercusión que tuvieron en otros países sino sobre todo en su lugar natal donde originaron toda una escena medio contracultural de chicos que los vieron en vivo, pirateaban sus cd y empezaron a replicarse con otras bandas haciendo ese tipo de chamamé sicodélico. Ellos fueron el faro de esa movida y sin embargo deciden permanecer fuera de esa escena musical, en la periferia, cuando tienen la posibilidad de darse a conocer de una forma más masiva, es interesante.

– ¿Ese es el fondo del planteo?

– La película trata de eso, de la periferia, la originalidad… cuando alguien crea algo muy original ¿que pasa después, cual es el efecto?, de salieris que replican lo que se hace o en este caso esto, de que les editan discos en Líbano, los escuchan en Japón, ahora los invitaron a Estados Unidos. Una historia muy chiflada… desde un comienzo la pensé como una comedia, todo el mundo se reía inevitablemente, era como insólito todo.

– Está muy bien guionada, de a poco te va atrapando…

– Junto con Santiago Van Dam, un realizador de Salta ganamos el premio Raymundo Glayzer y eso nos dio la posibilidad de trabajar y hacer la estructura del documental. No queríamos caer en una biografía, ese vicio del documental. Queríamos que tenga un ritmo frenético que respetara su universo. Demandó mucha cabeza y corazón porque quería que sea una película entretenida, no quería algo contemplativo, en medio del monte. Y con Santiago nos dimos cuenta que teníamos pocos elementos y debíamos administrar esa información de una banda desconocida y misteriosa. Tampoco queríamos develar ese misterio, porque ellos son así, performáticos, se disfrazan, no se sabe cuántos integrantes son porque la formación va fluctuando. No queríamos quitar ese misterio sino que el espectador se cuestione de alguna forma lo que vio y los siga buscando, si le interesa, escuchar sus temas…su programa de radio.Fueron casi diez años de trabajo, la terminé a fines del 2018, fueron 9 años filmando con intermitencias, viviendo y todo en paralelo, influyendo en el acto creativo.

Allí también fue fundamental la presencia del productor Juan Pablo De Bitonto, en el rigor, los plazos, la disciplina que me dio el apuro por terminarlo.

¿Lograste entrevistarlos?

-Si, les hice algunas entrevistas y me di cuenta que estaban incómodos, había una tensión que no podía cruzar…y es que ellos no quieren que les quiten ese grado de misterio. Son libres en el escenario, tocando en el campo, haciendo esos sketch de forma natural, orgánica y me di cuenta… que al entrevistarlos rompía algo. Por suerte me di cuenta a tiempo.

(Patricia Patocco,

foto gentileza A. Gallo)