Federico Kirschbaum
TERRITORIOS DESCONOCIDOS

 

Durante todo junio y julio, Federico Kirschbaum presenta en el Museo de Arte Contemporáneo, -MAC- en Zuviría 90, la exposición “Generar un territorio para poder habitarlo”.

Tres salas en el primer piso del MAC son el refugio para 52 obras de diversos tamaños que sumergen al espectador en un mundo que transita entre lo habitual y lo desconocido.

Paisajes en blanco y negro y algunos con toques de color realizados con diferentes papeles pero sobre todo con hojas de lija negra, tan brillantes que a veces parecen mundos luminosos, como si estuviéramos frente a la magia de la mica en las piedras y otras tantas que simplemente remiten a ásperos territorios desconocidos. Paisajes sí, pero no se sabe si exteriores o interiores.

Charlamos con Kirschbaum, quien viene de muchos años de pintar abstracciones y de indagar también en el papel en sus diferentes formas.

 

– En tu muestra anterior habías experimentado con el papel, ¿seguís en esa línea?

Sí, fue en 2019. Los papeles anteriores eran pintados, collages, pero yo lo llamo pinturas. En este caso, están más al natural, igual creo que mi forma de producir este tipo de obras es como pintar con papeles, casi todas están recortadas a mano, salvo las que tienen mallas metálicas, cortadas con tijera. El resto es papel de lija, papel vegetal, hojas de guías telefónicas.

 

– ¿De entre todos los papeles ¿por qué elegiste la lija?

– (Ríe) Ya en la serie anterior buscando papeles llegué a la lija. Me empecé a relacionar con este material porque me gusta muchísimo el brillo y la textura. Encima investigando, descubro que es un mineral pegado a los papeles entonces me encanta mucho mas, pero igual lo fui intercalando con otros materiales.

 

– ¿Cuánto de juego y de descubrimiento hay en tu producción?

– ¡Esta tarea tiene algo de juego, claro!. El arte te permite correr riesgos o yo me los       permito. Hasta hace poco venía usando mucho el color y lo que presento ahora es algo casi monocromático así que me generó dudas, me hizo pensar en lo que le pasaría a la gente cuando viera esta producción. Y fue una sorpresa para muchos., que venían asociando mi obra a alegría, a explosiones de color. Tampoco buscaba puntualmente hacer paisajes, simplemente fueron surgiendo casi de casualidad. Antes iba a diversos talleres de arte y tenía mi rutina de pintura, me daba disciplina para el trabajo artístico pero con la pandemia no pude ir más y empecé a pintar solo, en el taller de mi casa. Y la ventana da una montaña, así que creo que la montaña se terminó adentrando en mi taller, éramos los dos solos dialogando. Siempre pensé que la montaña no nos da escapatoria, que no nos permite ver el horizonte. Ojo, me encanta la sensación de protección que brinda, pero también siento que me encierra. También pienso que vivimos en un valle que es una depresión en el paisaje, un pozo – dicho sin poesía-. Y empecé a escribir, preguntándome si yo graficaba la montaña desde adentro o desde fuera. Porque también cuando te vas o cuando venís- como mis abuelos inmigrantes- sabes que te metés en una hondonada, en un valle. Me hago el cuestionamiento de cúal de los dos lados de la montaña pinto, ¿el del encierro o el del escape?

 

Federico escribe, medita, arma sus rutinas “Me pasa de siempre, soy organizado, vengo de otra profesión, pero la pandemia me hizo reflexionar mucho más sobre eso y recuerdo que lo primero que decidí en ese tiempo fue levantarme y tender la cama todos los días, vestirme, como básica forma de salvación., porque la rutina me funciona. Ahí no pude pintar tanto, pero el hecho de empezar a tomar cursos virtuales me ayudó mucho. Una vez que terminó el encierro empecé a pintar y no pude parar, llevo dos años trabajando en estos paisajes.

 

– ¿Vas buscando tu propio territorio?

– Me parece que sí. Recuerdo que mi primer sueldo, cuando empecé a trabajar y vivía en la casa de mis padres, lo invertí en re decorar mi habitación. Ellos no se preocupaban mucho por la estética entonces yo cambié cortinas, acolchado, puse cuadros, convertí mi cuarto en mi bunker, mi lugar.

Hoy mi casa es eso, un sitio que habla de quién soy y me parece que en la obra hay algo de eso. Generé también mi grupo de pertenencia que es mi propio territorio, uno que inventé y que va más allá del paisaje. Hay muchas Saltas dentro de Salta pero seguimos pensando en que es única, una sociedad cerrada y no es tan así.

 

– Hay un tipo de obra plástica que refleja lo social y otra más intimista, te identificás con ésta última?

– Bueno, me pasa que soy muy pensante. Súper autocrítico. Creo que mi obra tiene mucho de mi pensamiento interior y estas reflexiones cotidianas que me hago de la sociedad en que vivimos, de mi momento en este mundo… A veces salgo a caminar y veo que estamos encerrados entre montañas y cuando miro hacia arriba el cielo está atravesado de cables, ahí sí que siento el encierro, pero uno puede recrear esos mundos.

 

-¿Qué se viene?

– No tengo idea, pero tengo ganas de salir de Salta con mi obra. No es tan fácil  concretarlo pero es algo que me gustaría intentar. Sí tengo la intención de continuar activamente en este camino, al que sumo el coleccionismo que también me apasiona.

 

¿ Ya descubriste por qué pintas?

– No se por qué pinto, lo único que se es que no puedo dejar de hacerlo. Me parece que es una forma de sanar, de inventar mis propios espacios y lugares, de estar conmigo mismo en un espacio de reflexión muy diferente. Pinto y a veces me pongo ansioso, a veces me relajo, son sensaciones extrañas de las que ya no puedo prescindir.

Y después me gusta que la gente las observe y que cada uno se invente su propio paisaje y cree su propia mundo sobre lo que ve.

 

– ¿Terminó esta serie?

– No se que vendrá después, por lo pronto así como en mi muestra pasada introduje la lija, observo que acá, hay otros elementos de algunas obras que me dan pautas de lo que vendrá, aunque ahora estoy de descanso en la producción- justo coincide con mis vacaciones – son sólo atisbos, fogonazos de lo que vendrá. Tampoco quiero apurarlo, estoy atravesando un tiempo de cambio en mi vida, no es el momento más pleno, se que estoy en un tiempo profundo de cambio, como me pasó a los treinta, una mutación, como quien rompe su cascarón, así que veremos que surge.

 

– ¿Estarás saliendo del valle…?

– Si, si, posiblemente sí- dice riendo.

 

 

(Patricia Patocco)