HI BARBIE!

 

Los paradigmas en los que nací fueron derribados.

Casi todo los usos y costumbres también.

Por caso, en la infancia tenía un práctico rejunte de muñecos/as con las que me introduje- sin saberlo- a ceremonias de cuidado, como dar de comer y vestir hasta que me aburría y jugaba a otras cosas: la rayuela, al elástico, armaba mi verdulería con piedras y hojas, iba a la oficina o me pintaba las uñas con hojitas de flor de malvón.

Mi oso, que estaba desde que nací, una muñeca brasilera de vestido cuadrillé con pelo corto y castaño, un negro flaquito –pareja de una negrita-que le había tocado a mi hermana, un enano de Blancanieves que sobrevive en algún rincón y algunos más, hasta que un día llegó la maravillosa Piel Ross que caminaba de verdad. Ella fue el éxtasis, la belleza personificada a los ojos de la niñez. Regordeta, con el pelo rubio lacio que no se enredaba y una ropa de nube.

Cuerpos, tamaños y pieles diferentes.

Todo esto para contarles de donde vengo porque ahora bien, ya de adulta y con una hija, ingresé al mundo Barbie.

O sea, soy una forastera que habla porque es su oficio, sin pretender dar verdaderas reveladas.

No quiero spoilear pero advierto que vi la película y para mí son dos filmes en uno.

La primera parte, turbadoramente encantadora!

Tanto como atisbar la infancia de todas esas treintañeras que emitían grititos gozosos cuando Barbie se despertaba preciosa en su pijama y su camita con forma de corazón y tomaba su desayuno sin líquido, haciendo el gesto de tomar el té (que hacemos todos de niños). O de las chiquitas de la sala, riendo felices cuando salía de su casa primorosamente vestida y de un salto ya estaba en su auto rosa así, como juegan los niños, haciendo saltar suave o bruscamente a sus juguetes.

Mundo adorable del juego y la imaginación.

La segunda parte en cambio, mortalmente aburrida.

La protagonista llega al mundo real, donde se encuentra con un mundo dominado por hombres, casi como es pero…con todos los cliches, exageraciones y lugares comunes posibles, que la hacen dudar de todo lo logrado en su mundo pretendidamente feminista.

No adelanto más pero me pareció una lavada de cara de Barbie y su mundo perfecto, con una maraña de datos que confunden, con un Ken tonto y atildado, con otros Kens y otras Barbies tan frívolos como los originales.

Pese a los Ken y Barbies homosexuales, cuidadosamente destacados, que quieren poner un toque de “corrección política”, la masculinidad y la femineidad; el bien y el mal, están retratados de una forma absolutamente binaria, extrema.

De entrada, se pretende instalar la creencia de que el mundo Barbie es un mundo feminista donde las chicas son todo lo que sueñan: juezas, astronautas, madres, líderes sororas cuando la realidad es que Barbie ha significado siempre todo lo contrario.

Ha sido la super heroína de la belleza hegemónica, la del cuerpo irreal, que marcó tendencias de hiper delgadez en las chicas, la de la ropa de moda hasta para ir a la pileta, del mundo ideal ligado al color rosa hasta la exageración.

En la película se intentar borrar de un plumazo esa historia de cuerpos moldeados, de cinturas de avispa, de pechos erguidos que tanto han servido de marco para el disciplinamiento de los cuerpos de las mujeres en pos de una perfección que no existe y de un consumo continuo, exagerado y cruel.

Barbie ha marcado una época – y sigue su reinado, claramente- porque su influencia ha excedido el marco de los juegos y ha perforado la historia con un ideario de mujer que no condice con la realidad.

Un ideario de perfección y de disciplinamiento estético que trae varias consecuencias en las individualidades de las mujeres y también en lo social.

Un extraño poder, sin dudas.

La película bate records mundiales, pese a sus mensajes contradictorios y poco claros, pese a la gran cantidad de información que trae y que, hasta confunde.

Tira sobre la mesa adornada con un mantel a cuadros blanco y rosa, llena de puntillas, encajes y bordados, jugosos diálogos de “verdades reveladas”, ni tan verdaderas ni tan revelaciones (todas las sabemos ya Barbie).

Pero ojo, tiene tanta información que está para verla un par de veces y tomar mientras tanto un rico tecito de contradicciones.

 

 

( Patricia Patocco, agosto de 2023)