LA REVOLUCIONARIA LIBERTAD DE JEAN GENET

 

Por Gastón Espeche

 

Jean Genet, poeta, novelista, dramaturgo controversial y difícil de interpretar en el universo literario. Tanto así, que el Nobel de literatura Jean Paul Sartre, le dedicó un inmenso ensayo biográfico “San Genet: Comediante y Mártir” (que a mi parecer, mejor traducido del francés como Actor y Mártir), mirada que genera más confusión que otra cosa sobre su enigmática figura. En primer lugar, Genet no es sólo un escritor del siglo XX sino un ejemplo de resiliencia y búsqueda de identidad.

La incertidumbre y ambigüedad de estos tiempos nos ha puesto frente al espejo. Pero el espíritu humano ha demostrado ser fuerte en numerosas ocasiones; mirando hacia el futuro, sin nada más que su existencia. Es por esto, que hoy la figura de Genet cobra fuerza.

Abandonado por sus padres al nacer en 1910, fue derivado a la asistencia pública en París, y a temprana edad enviado a la Colonia de Mettray (institución de menores a la que Michel Foucalt dedicó varias páginas en “Vigilar y Castigar”) donde aprendían el argot de los marineros formándolos en este oficio. Se unió a la Legión Extranjera Francesa para luego desertar, y deambular por las cárceles europeas a causa de su estilo de vida y algunos pequeños delitos por los que iba a prisión donde escribía. Pero no lograron doblegarlo mediante los castigos; al contrario, le servían de aliciente a su alma de “colono” rebelde. Finalmente, fue sentenciado a muerte, a causa de su décima condena, pero gracias a intelectuales de la época, Sartre, Jean Cocteau, André Gide, Jean Mauriac, logró el indulto y se salvó de la guillotina.

Escribió dos novelas en prisión, “Nuestra Señora de las Flores”, “El Milagro de la Rosa”, dedicadas a amantes ejecutados por la justicia; y un largo y estremecedor poema “El Condenado a Muerte”. En varias obras de teatro muestra su particular manera de ver la vida como actuación, un simulacro de continuos rituales. Sus obras “Las Criadas”, “Severa vigilancia” y “El Balcón”, fueron representadas por el teatro como la vanguardia del absurdo y el formalismo francés.

Su lenguaje está impregnado de un alto lirismo, fantasía y sincretismo, donde expone la entrega al amor, tanto como a las humillaciones y al abandono. Se hace real sin dejar de ser el espejismo que revela la condición humana. Sus personajes son arquetipos, transitan por mundos y submundos donde actúan. Para él, el teatro es el actor, no el dramaturgo. Cuando le preguntaron desde cuando escribe: “Desde que nací”.

En Genet lo biográfico es ficción, la ficción es fantasía. Un torbellino donde   la poética es dueña y señora de metamorfosearse, desorientando al lector, desorbitado por sus pasos de baile, por sus metáforas, por las yuxtaposiciones de tiempo y espacio.

Busca lo belleza en los lugares más oscuros del alma. Esa belleza oscura que brilla en su celda mientras escribe. Vivir la existencia por la existencia misma, realmente se creó a sí mismo. Es un revolucionario estético a través del poder de la palabra. Tomando a Genet como referencia podemos ver cómo podemos transformar la realidad de nuestro mundo.

 Marcha Fúnebre (1945)

Mi prisión bien amada en tu inestable sombra

Descubrió mi mirada por descuido un secreto.

Tuve sueños que el mundo ignoraba

Donde se ahoga el espanto.

Tus lóbregos pasillos son meandros del alma

Y su masa de sueño organiza en silencio

Un ingenio que tiene del verso el parecido

Y el exacto rigor.

Tu noche hace fluir de mi ojo y mi sien

Una tinta tan densa que de ella hará surgir

Estrellas floreadas como se ve de golpe

La pluma que humedezco.

Avanzo en un líquido negro donde complots

Informes al principio lentamente se fijan.

¿ qué auxilio pediré? Mis gestos se fatigan

y son bellos mis gritos.

Nunca podréis saber de mi oscura destreza

Más que extrañas bellezas que el día hace surgir.

Los golfos a los que oigo tras sus miles de giros

Al aire libre se unen.

Y envían a la tierra a un dulce ambajador

A un niño sin mirada que señala su paso

Rompiendo tantas pieles que su alegre mensaje

Consigue su esplendor.

Y palidecéis de vergüenza al leer el poema

Que graba el muchachito de criminales gestos

Pero nunca sabréis los lazos primigenios

De mi pasión sombría.

Pues en su noche vagan con fuerza sus perfumes.

El firmará Pilorge y su apoteosis

Será el claro cadalso donde broten las rosas

Bello efecto de muerte.

Del libro “Poemas”

 

El condenado a muerte (fragmento, 1945)

 

En mi garganta inerme y pura, mi garganta

Que mi mano más suave y formal que una viuda

Roza bajo el tejido sin que tú me conmuevas

Imprime la sonrisa de lobo de tus dientes.

 

¡Oh ven, sol hermosísimo, ven mi noche, de España,

Acércate a mis ojos que mañana habrán muerto!

Llégate, abre la puerta, aproxima tus manos

Y llévame de aquí rumbo a nuestra aventura.

 

Despertar puede el cielo, florecer las estrellas,

No suspirar las flores, y, en los prados, la hierba

Recibir el rocío que bebe la mañana,

Sonará la campana: solo yo moriré.

 

¡Ven, mi cielo de rosa, mi rubio canastillo!

En su noche visita al condenado a muerte.

¡Arráncate la carne, trepa, muerde, asesina,

Pero ven! Tu mejilla apoya en mi cabeza.

 

Aún no hemos terminado de hablar de nuestro amor,

Aún no hemos acabado de fumar los “gitanes”

Debemos preguntar por qué razón condenan

A un criminal, tan bello, que empalidece el día.

 

¡Amor, ven a mi boca! ¡Amor, abre tus puertas!

Recorre los pasillos, baja, rápido cruza,

Vuela por la escalera más ágil que un pastor,

Más suspenso en el aire que un vuelo de hojas muertas.

 

Atraviesa los muros, camina por el borde

De azoteas, de océanos; recúbrete de luz,

Usa de la amenaza, de la plegaria usa,

Pero ven, mi fragata, a una hora del fin.

 

Del libro “El condenado a muerte”

 

(Agradecemos la colaboración de Gastón Espeche/

y Foto Lourdes)