Es el turno de las mujeres y estas de las que hablamos son de armas llevar, de las que hacen de la sororidad una práctica muy concreta y entusiasta para la creación. De hecho, la entrevista fue a una de ellas y terminó hablando más de las otras artistas que de si misma.
Allá Ellas, el grupo integrado por Gabriela Zanadrea, Mariela Buccianti, Virginia Montaldi y Silvia Katz expone nuevamente, pero esta vez con una invitada especial Mercedes Ruiz de los Llanos, artista plástica, contemporánea de algunas del grupo y amiga de todas ellas.
La muestra se denomina Cauce y puede verse en la galería de arte Mamoré, en Anzoátegui 441.
Dialogamos con Mechu, sobre su obra, la creación horizontal y la alegría que le provocó participar como invitada en la muestra del grupo que trabaja intensamente desde 2014.
– ¿Cómo surge la muestra y además, exponer con el grupo en forma conjunta?
– Surgió ante una propuesta de las Allá Ellas de exponer en octubre en Mamoré. Al parecer, en sus charlas organizativas se les ocurrió la idea de invitarme de común acuerdo (se ríe) y después de haber participado en sus logísticas, estoy convencida que ese común acuerdo es real. Tienen una manera brillante de trabajar la idea hasta llegar al punto del consenso de las cuatro. Una manera de negociar acuerdos envidiable a cualquier mesa de trabajo, un lujo! Obvio que a mí tampoco me costó dar el sí.
Con Mariela (Buccianti), y con Vicky (Montaldi) fuimos el cupo femenino en el grupo de los Contemporáneos, hemos trabajado muchos años juntas, nos conocemos demasiado, no solo como personas, sino en la forma de trabajar y entender la práctica artística. Respetamos nuestras diferencias, nos apoyamos en nuestro desarrollo artístico siempre y cada una siente admiración por las otras.
Con Gabi (Zanandrea) y Silvia (Katz), compartimos un par de muestras nada más y nada menos…, ya que la primera compartida fue la que dio origen al nombre Allá Ellas.
Esas experiencias y el seguimiento de nuestros procesos artísticos fueron muy valioso para invitarme y para aceptar la invitación. Por supuesto que no olvido el peso de la parte afectiva, que para mí, en este caso, fue por encima de todo. En tiempos como los de hoy, los encuentros son revitalizadores, tan necesarios como refugio. Así que apenas me lo ofrecieron dije que sí, sin pensar todavía en los otros motivos.
– ¿Te sumás al grupo?
– Aclaro que mi participación en la muestra no significa que ahora forme parte del grupo. Ellas llevan muchos años juntas, vienen trabajando sin prisa pero sin pausa desde 2014 con resultados significativos. Tienen una manera de trabajar muy aceitada, no sé si sería fácil para ambas partes lo que pueda sumar. Creo que el principio más lindo es dejar que la cosa fluya, si se da, el tiempo lo confirmará…
– ¿Cómo hicieron para hacer el trabajo en conjunto, fue vía zoom?
– Hablando de “fluir”, creo que esa acción sostuvo bastante la organización de esta muestra. Un fluir articulado con una logística de tejido exquisito. Aproximadamente durante dos meses, o más (en esta pandemia el tiempo es arena en mis manos, como dice Cerati, ja!!) estuvimos trabajando sostenidamente a través de encuentros virtuales uno por semana, y mucho por whatsapp. No hubo un tema para abordar, sino que se confió en la unión que surgiera en nuestras obras a partir de los diálogos y debates que manteníamos en el chat y en los encuentros. Pensamos en todo, en estos cambios radicales de espacio y tiempo, en la presencialidad del espectador a través de las redes, en los propios discursos artísticos, en la materialidad de los mismos. Cuando nos juntamos para el montaje nos encontramos por primera vez con la obra de las otras, sin embargo no hubo sorpresas que dificulten la lectura de la muestra. De hecho, el nombre surgió al final, cuando era urgente. Y como te comentaba antes, pasamos por miles posibles, pero no había acuerdo de todas, entonces seguimos trabajándolo hasta que quedó de común acuerdo “Cauce”. Creo que después de todas las convergencias que te vengo contando, no hace falta aclarar el concepto de éste.
– ¿Aborda un solo tema?, de qué trata la muestra?
– La muestra fue un placer. Teníamos tanta necesidad de habitar esos lugares nuestros, tan cercenados por esta pandemia que lo disfrutamos a pleno. Creo que nos enfocamos en esa victoria de poder juntarnos, fue una verdadera celebración.
Gabi trabajó con una muñequitas de producciones suyas pasadas y las resignificó con otros ropajes y otras formas de exponerlas. Una muñequitas que hace con una técnica complejísima para el tamañito que tienen. Desbordan extrañeza, nostalgia, desolación. Están situadas en una liminalidad entre la fantasía y lo real. Silvia también retomó unas acuarelas anteriores, donde las fusionó con la palabra, una característica muy de ella. El grafismo la invade aunque la mancha siempre esté presente. Además, sumó unas florcitas sutiles de color índigo que al irse descomponiendo irán cambiando la textura y el color, la forma y su significado. Mariela presentó unos bastidores con una imagen que se repite serigráficamente una y otra vez. Es una nena, que hace y vuelve a hacer en un continuum eterno, como en una reiteración para no olvidar. Mariela tiene una obra con un compromiso político y social muy fuerte, una gran perspectiva feminista y latinoamericana, que se manifiesta en una repisa que presenta con unos exvotos, sus exvotos. La Vicky eligió unos acrílicos hechos con veladuras, y con esa magia que solo ella puede lograr. En este caso se emparentó con el paisaje salteño, que ella define como encierro. Liga el paisaje con su cuerpo, como transfiriendo su culpa al paisaje. Ella siempre trabaja con situaciones de su cotidiano, éstas no son la excepción. Saliendo de la bidimensión muestra un paisaje en volumen pequeño, como si fuera un nido, junto a éste una figurita humana que elige-eligió quedarse afuera.
– ¿Y tu obra?
– Me toca hablar de lo mío, qué difícil! Mi obra se compone de muchas obras más pequeñas, algunas enmarcadas, otras no. Algunas son pinturas, otras dibujos. El soporte también cambia de papel, tela a madera afectadas por el devenir y el accidente. A las telas las dejo en el exterior un tiempo y luego las pinto y/o dibujo. Me interesan esas capas que se forman, como si fuesen mutaciones de la piel. Me interesa la debilidad del soporte, la finitud. Rompo con la idea de la obra como que no se mira, no se toca y que no se vaya a romper…por el contrario, aprovecho esos accidentes y errores. Intento proponer una variación de situaciones, lecturas múltiples. Me interesa la yuxtaposición de temporalidades, lo circular que asocio a la vida, a ese opuesto a lo eterno. Estos son los conceptos con los que trabajo, pero también está presente una geografía, un paisaje evocativo, lleno de color, muy asociado a nuestros valles y la línea con plumín y tinta china (mi gran amor) a modo de tatuaje, de ritual íntimo.
Es un caos, pero un caos entendido desde los griegos, como proceso generativo, donde el fin y el principio se vuelven indisolubles.
En Mamoré, galería de arte, Anzoátegui 441, de 9 a 13 y de 16 a 20 hs, hasta fines de nviembre.
(Patricia Patocco)