La Orquesta Sinfónica de Salta inició sus actividades de 2022.
Por segundo año consecutivo, de la mano de su directora Yeny Delgado, han comenzado dedicando los conciertos de marzo al mes de mujer.
El gesto no es menor.
Porque no es solamente un título, no es solo una vaga mención inconsistente a un mes que se va imponiendo en el calendario de la búsqueda de equidad que hemos iniciado hace tantos años, pero que a veces naufraga en mares de ofertas, de comercio y cotillón.
Esta acción y todo el trabajo que viene después, sostiene como una antorcha la firme decisión de búsqueda, estudio e interpretación de grandes compositoras mujeres silenciadas o poco difundidas de la historia. Tamaña tarea.
Como si ello fuera poco, la primer invitada del ciclo ha sido una niña.
La violinista Pilar Policano, una jovencita virtuosa y sencilla, de apenas catorce años, que estremeció a la platea con sus notables interpretaciones.
Su presencia en el escenario – del que se retiró ovacionada- fue emocionante.
Su imagen etérea, la sencillez de esa primera juventud y el enorme talento de sus interpretaciones fueron ingredientes inesperados.
Impactó ver esa imagen nueva y fresca, ese talento impresionante, así como el profundo y sostenido trabajo que viene realizando la Orquesta Sinfónica, aún en medio de rencillas y críticas constantes desde el corazón mismo de la Secretaría de Cultura.
Los espectadores no necesitamos saber de disputas y peleas, demasiado tenemos con los otros tantos problemas que nos afectan día a día. Demasiado horror tenemos con los femicidios de niñas en Salta, qué interesante volver al ejemplo de la infancia como un lugar de estudio y trabajo.
Precisamos de cabezas pensantes, lineamientos claros y acciones que lleven a los escenarios a los trabajadores más virtuosos, como esa niña que inauguró magníficamente el sostenido trabajo de la orquesta en el mes de la mujer.
Mucho más que un gesto, su presencia fue el resultado de un arduo trabajo de la directora de la orquesta y todo el equipo de producción.
El repertorio nuevo y la presencia de esa niña genia, nos reconcilian con la esperanza de un mañana mejor, de un futuro de mayor justicia y equidad, ese por el que bregamos tanta gente de bien de nuestra alicaída humanidad.
Patricia Patocco