El viernes 25 a las 21 horas, la Orquesta Sinfónica de Salta ofrecerá un concierto destinado a toda la familia con un programa integrado por la obra Mi madre La Oca (Ma mère L’Oye) de Maurice Ravel. En esta presentación se contará con la participación de Andrés Araya García, como narrador, y la orquesta estará dirgida por la maestra Elizabeth Vergara Gallero.
La entrada es libre y gratuita, sin invitación y por orden de llegada.
Joseph Maurice Ravel (1875- 1937) Compositor francés del S. XX. Nació en el País Vasco francés, heredó de su padre, ingeniero suizo, su afición por los artilugios mecánicos y de su madre, de origen vasco, su atracción por España. Ingresó en el Conservatorio de París (1889) donde se destacó por sus composiciones originales. Concebía su arte como un precioso artificio, un recinto mágico y ficticio alejado de las preocupaciones cotidianas. Es considerado el máximo representante de la escuela moderna de la música francesa. A pesar de no contar con el apoyo de los músicos conservadores, Ravel era muy apreciado por su tratamiento del color instrumental, del timbre y de la combinación de los diferentes instrumentos. En él convivía el placer hedonista por el color instrumental y la marcada austeridad, reflejo de su vida solitaria. Stravinsky dijo de él: “Su obra es la de un artesano obsesionado por la perfección formal y técnica”.
Mi madre, La Oca (1908) Fue compuesta para niños, como un dueto de piano a cuatro manos, para que sus destinatarios pudieran evocar el mundo de los sueños, de los cuentos de la infancia, y que llegaran a soñar con ellos, e incluso a interpretarlos a través de la música. La obra fue estrenada por niños de 6 a 10 años, que no eran virtuosos, ni prodigiosos. Durante el preludio, centellean los instrumentos de metal y de madera, mientras que las cuerdas realizan unas sonoridades mágicas, llenas de murmullos y de llamadas que preparan y despiertan expectativas para ingresar en ese universo de sueños infantiles. Cuando Ravel compuso esta obra tenía treinta y tres años, era un músico apreciado, estaba en el esplendor de su carrera, aunque también era discutido por su estilo personal, distante de las corrientes de moda de su Francia natal. Ravel es uno de los grandes orquestadores del S. XX, concebía la música como obra para piano y posteriormente la convertía en obra orquestal. En el caso de la versión para orquesta de Mi madre, La Oca, sale un ballet cuyo argumento fue creado por el propio compositor que supo ampliar la partitura. Es una de sus mejores obras, en ella revisa su lenguaje, lo simplifica y despeja su escritura.