Crónica PAPELITOS DE COLORES

José comenzó sus clases en la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” en marzo de 1919.

Argentino, 13 años, hablaba muy bien el “cocoliche” porque sus padres eran italianos. Pobres, pobrísimos como todo inmigrante que llegaba de Europa a principios de siglo. Údine y Nápoles, norte y sur corriendo por sus venas lo transformaron en un joven fuerte, interesado en el arte y el deporte…pero tenía que estudiar y lo hizo, toda la vida.

Su cuaderno de caligrafía, que se conserva hasta hoy muestra la destreza, el esfuerzo y los logros de ese primer año de secundaria, seguro un lujo por aquellos años.

Pascuala, su madre napolitana, enérgica, analfabeta, que parió y crió 8 hijos a pura pasta y polenta, lo guardó celosamente durante años, como un trofeo y luego se lo entregó a él en custodia. José, ávido lector, actor independiente, futbolista, que fue kinesiólogo y jefe de visitadores médicos de un renombrado laboratorio, lo guardó en su deslumbrante biblioteca.

Era su trofeo también, símbolo del progreso personal y familiar.

El sábado – previo a inicio de clases 2017 en Argentina- entré a una librería. Además de la cantidad de gente haciendo fila para pagar,  me sorprendieron los colores.

La librería parecía más bien un cumpleaños adornado con frenesí y cotillón.

Cuadernos de todos los tamaños, formatos y colores, cientos de variedades de lapiceras, carpetas con cierre, con broche, con botón; forradas en tela, en papeles de tonos y diseños para todo gusto: equipos de futbol, bandas de música, personajes de Disney, arabescos, portadas de un reconocido artista plástico argentino; miles de artículos hermosos, vistosos e innecesarios…Brillos y más brillos que no reemplazan a la calidad y al tiempo de estudio que nuestros niños y jóvenes requieren.

Carpeta negra 3 anillos común, buscaba. No había.

En estos días de recurrentes conflictos salariales, ideologías partidarias, intereses gremiales, prevalencia de lo económico, violencia escolar, falta sobre todo, la importante discusión sobre el proyecto educativo que perfile  las próximas décadas.

Los papelitos de colores distraen, nos hacen creer importantes, triunfantes, como en un partido de fútbol,  pero son efímeros…hay que buscar los verdaderos trofeos, esos que duren 100 años más.

 

(Patricia Patocco, 6 de marzo de 2017)