PUNTO DE FUGA

 

Había trabajado muchas horas, estaba cansada pero llegó la invitación – tan personalizada – que acudo a la reunión.

Me intriga.

Hoy anuncié en radio que comienza la Semana de Corea en Salta, con música, plástica, fotografía y me parece sorprendente porque hace unos meses se festejó también el Año Nuevo Chino. Fascinantes costumbres que no existían hasta hace muy poco en Salta.

De Corea, más allá de las tiendas en las peatonales, que practican el budismo o la cultura k-pop, no se mucho pero siempre es interesante conocer otras culturas.

Llego.

Atravieso una larga fila de gente que se apresta a ver un espectáculo musical coreano – gratuito, como parte de los festejos-.

Subo las altas escaleras del Teatro Provincial. Mucha gente invitada a ese tercer piso, todos bien vestidos, perfumados, personas ajenas al mundo del arte: vicegobernador, ministros, diputados, ex senadores, funcionarios de alto rango, empresarios.

Me presentan a la anfitriona, quien luego pronunciará el primer discurso y aprovecho para preguntar a qué se debía el festejo.

No sabe qué responderme, como quizás no me expresé bien, insisto, para saber si es una fecha patria o quizás la celebración de la Gran Luna Llena, pero me dice que no. Quien hace de intérprete también me mira algo extrañado.

Llegan los discursos y lógicamente aparecen las flores de allí para acá.

Que el arte, que los paisajes locales, que la banda BTS, que el encuentro de culturas, que Salta la linda.

Un funcionario de alto rango agradece casi conmovido los ochenta puestos de trabajo que dan a lugareños en Quijano y otros tantos en otra localidad cercana. Su agradecimiento es efusivo, anhelante de que continúen invirtiendo en Salta.

Luego sube el titular de unas de las empresas mineras más grandes mundo, dedicada al litio que opera en el Salar del Hombre Muerto, entre Salta y Catamarca y uno de los gestores de esta semana de confraternidad a hablar del trabajo en común y de Salta, la linda.

Claro. Ahora sí se termina de ordenar el puzzle en mi mente.

Todos esperanzados en que estas grandes inversiones- nos salven, los salven- suben a la tarima para la foto protocolar final. La mayoría se quedará a disfrutar del espectáculo.

El arte, una vez más es el gran telón. El punto de fuga donde convergen las paralelas. El pretendido barniz que pone el brillo aséptico a las cosas.

De pronto hace calor y comienzo a sentirme nauseosa.

Bajo rápido las escaleras y atravieso la plaza principal.

Frente al Cabildo siguen los docentes con sus pancartas hechas a mano. Un puñado de doscientos aplaudiendo, pidiendo atención. Van por la cuarta semana de paro y los chicos sin clases. Los policías les piden que se corran para habilitar el paso de autos, ellos se corren mansamente y la queja va haciéndose sorda en la noche de la educación.

Se los ve empobrecidos, extenuados.

En todas parte se cuecen habas pero en otras se cocina el estofado o quizás el kimchi, vaya una a saber.

En el teatro, ya ha comenzado la función.

 

( Patricia Patocco, 07 de junio de 2023)