Todavía no había aparecido el cotillón, pero el casamiento estaba en un buen momento. Baile, bullicio, alegría.
De la nada, aparece él y la locura se apodera de los presentes.
Se ubica en el medio de la pista, en un mini escenario y comienza el delirio.
Como si estuviéramos aún en los años 90 y se tratara de una fiesta en Punta del Este la gente lo rodea con fervor y comienza el show.
La diferencia es que todos los presentes saben sus letras de memoria y mientras bailan y cantan, se aproximan, celular en mano para llevarse el trofeo de la noche: una foto con el ídolo. Él no se hace de rogar con ninguno y se presta una, dos, cientos de veces a las fotos con su flequillo marca registrada y sus dedos en ele.
Euforia.
Lo vitorean invitados de tres generaciones – abuelos, padres y los jóvenes entre veinte y treinta años que, enloquecidos, no lo dejan salir del pequeño escenario.
Su aura está intacta y sus ganas de trabajar también.
Es Ricky Maravilla, el cantante que en los años 90 que hizo entrar a la música tropical por la puerta grande a los estratos sociales más altos. Lugares de los que nunca se fue.
Luis Ricardo Aguirre nos recibe luego, otro día, en una casa del macrocentro salteño, una casa que no es su vivienda, más bien un lugar de trabajo.
Sencillo, tranquilo, es sin embargo un artista ocupado y como tal, nos cambia un par de veces el horario acordado. Llega tarde, renegando por el tránsito y lo que le cuesta llegar o salir de su casa en pleno centro, pero pronto se compone, se arregla el flequillo y se presta a la charla.
Quizás, como les pasa a varios artistas, los límites entre el hombre y el personaje construido son difusos. En sus respuestas a veces se atisba al hombre, pero no se lo ve cómodo, así que pronto vuelve a ser Ricky Maravilla.
Sentado en ese sitio donde se divisan algunos atuendos para los shows y premios por aquí y por allá, repasará su historia. La que lo llevó desde Villa Cristina, en Salta, donde nació, a Buenos Aires con su madre y hermanas a un destino que nunca imaginó fuera el de la fama, los viajes y las luces.
Muy atrás quedó aquella primera noche en la gran ciudad, pasada en un banco en la terminal de Retiro cuando intuyó por primera vez que no quería esa vida para él ni para su familia.
Ricky recuerda constantemente a su madre y cómo ella – desde muy chiquito, 5 o 6 años- le consultaba todo, era un niño adulto.
Cuidadoso en todos los detalles, celoso de cada centímetro que muestra de su vida privada y su mundo, nos cuenta, que vuelve del estudio donde está grabando – sigue grabando- las canciones infantiles .
Es que desde el 2016, sus éxitos, se han aggiornado y se pueden ver los videos en you tube, de “La granja de Zenón”, con los que se ha dado el gusto de captar a un nuevo público: los niños, que ya saben también de memoria sus canciones.
Millones de reproducciones de temas como “El pavo y la pava” o “El gallo y la pata” con dibujitos que enloquecen a los más pequeños, lo convirtieron en un cantante multi generacional.
-¿Cómo estás viviendo esta etapa, la del éxito en el público infantil?
– Es que en realidad yo empecé grabando canciones infantiles, que resultaron siendo éxito para los grandes. La idea original era un disco para los chicos, con animalitos y fue un éxito entre los grandes. Luego vino todo lo demás, toda mi carrera: “La pelea del siglo”, “El hombre gato”, “Camarón” hasta “Que tendrá el petiso”, que reflejaba un poco lo que yo vivía de joven con las chicas que siempre preferían a los flacos altos y lo escribí de manera cómica.
Pero esto que estoy viviendo con los más pequeños no lo imaginaba de este modo. Este material se va a editar en ruso, en alemán, en inglés, francés y en portugués.
– ¿Escribís tus canciones?
– Sí, yo las escribo y también invito a autores amigos.
“Por la temática que siempre apuntó a la familia mis letras son sanas, las puede cantar la familia, la abuela, los chicos….tienen un doble sentido humorístico pero sano y bueno. Probamos con los dibujos animados, testeando a ver qué podía pasar y fue una revolución. Muchos creen que es por mi timbre de voz que atrae a los chicos, no lo se. No puedo explicar esta vigencia….”
-¿Cómo es tu presente?
-Voy y vengo entre Salta y Buenos Aires. Acá viven mis tres hijos. Ellos nacieron en Buenos Aires pero estudiaron y se terminaron instalando y desarrollando sus vidas aquí en Salta. Tengo un estudio de grabación aquí, otro allá…
Me fui a estudiar de chico a Buenos Aires, pero con mamá hablábamos siempre de volver, cada vez que comprábamos algo: una silla, una mesa, siempre decíamos que era para llevar a Salta.
Estudié, terminé el secundario y con la música me costeaba los estudios, primero formé un conjunto folclórico, después un trío melódico en la adolescencia, después un grupo de rock…pero siempre estudiando. Yo le prometí a mi mamá, ser ingeniero o piloto de avión para salir de la pobreza. Me impactó mucho ver que un día le pedía unas monedas a la vecina para ir a trabajar y bueno, me salió prometerle eso (se emociona).
Resulta que yo tocaba guitarra y un amigo, hijo de cubanos me enseñó percusión, así que formé un grupo de música tropical. A la par trabajaba en una empresa de electrónica reparando máquinas fotocopiadoras y estudiaba ingeniería electrónica.
La verdad, nunca me imaginé grabar un disco, hasta que una noche, en la confitería donde tocábamos, conocí a Oscar Anderle, el autor de los temas de Sandro y un productor discográfico que me estaban escuchando me ofrecieron grabar un disco y comenzó todo esto. Empezaron las giras y yo no podía ir por el otro trabajo y por el estudio. Tuve que optar, así que dejé la ingeniería que me encantaba, pero bueno, pude comprarle la casa a mi mamá…
-¿Cómo llega el gran éxito de los 90?
– Es la varita de Dios, soy muy religioso y bueno, creo que me llegó. Trabajaba en confiterías, conocí músicos bárbaros, cantantes que eran unos galanes, parecían príncipes, de gran talento y sin embargo… no llegaron, así que creo que es Dios.
Antes de los 90 estaban los Wawancó, Cuarteto Imperial, Los 5 del Ritmo, la Charanga del Caribe…pero el tropical tenía su público, era una música que no podía llegar a todos lados, era mirada como de segunda.
Entonces se me ocurrió grabar “Que tendrá ese petiso” y “Cuidado con la Bomba Chita” en tecno e inmediatamente me lo tomó una compañía norteamericana, empezaron a difundirla en las FM y empezó a sonar. Un día me llaman para hacer música en un desfile en Punta del Este, en un boliche muy top y bueno, sucedió…me empezaron a contratar de lugares de lujo con lo mejor, filas y filas para ver mis shows.
El gran éxito fue en Punta del Este y de allí recién pasé a Buenos Aires. Ahí me empiezan a llamar de todos los programas y se produce el gran éxito, yo no lo podía creer.
– ¿Disfrutaste esa época?
-Si, muchísimo, porque significó que empezara a viajar al exterior, a Estados Unidos, a México, a España, Italia, Francia, a Viena a muchísimos lugares. Me convocaban mucho los centros de residentes latinos de cada país. Fue una época hermosa para mí.
Estoy tan habituado que cuando no viajo y estoy veinte días en un lugar, ya me siento raro. Hace poco estuve en Australia y en Japón, cantando siempre. Hace un mes estuve en Bolivia y voy a volver a Oruro para el carnaval.
– ¿Sin embargo, actuás también en casamientos?
-Siempre, siempre…y lo gracioso es que ahora me contratan para cumpleaños de un año. Cosa rara…¡pero yo voy!
– ¿Tenés nietos?
– Tengo dos nietos y les encanta mi música. Pero soy coqueto, a mi que no me digan Abu, ¡que me digan Ricky! , solo cuando los hago enojar me dicen Abu…( se ríe)
– ¿Incursionaste en política alguna vez, no?
-Siempre tuve ese sentimiento sano y de honestidad para mi gente, mi provincia, pero lamentablemente no me respondieron de la misma manera. La gente estaba conmigo pero, conformar un equipo, una estructura es difícil, y yo no iba a poner mi nombre en pos de alguien que no trabaje bien. Yo viví los últimos años de Eva Perón y recibí mi primer cuaderno, guardapolvo, zapatillas a través de su fundación así que siempre desde niño guardé ese recuerdo…Si eso es ser peronista, lo soy.
-¿Quién sos Ricky, un empresario, un músico?
-Un poco de todo…sigo con mis plaquetas de circuito impreso, sigo comprando los transistores, armo servo mecanismos como hobby, me sigue interesando la ingeniera que quedó pendiente. Trato de estar un poco con la electrónica pero también estudio teclados y comparto con mis hijos, somos muy unidos.
– ¿Que te queda pendiente en la vida?
– ¡Tantas cosas!!!, todos los días empiezo algo, compongo, escribo, estoy pensando en todo el tema digital, porque ya me convertí en un «youtuber», estoy tratando de hacer un espectáculo para los chicos, proyecto cosas todo el tiempo…
Se levanta, trae un cuaderno y lee la canción que está grabando ahora, letras dedicadas al padre, a un padre…pero no se le escapa detalle, no le gustan las fotos alejadas de su personaje y antes de despedirnos, coqueto como se confiesa, se mira en el espejo, se retoca nuevamente el flequillo y vuelve a posar para la última foto, pero de pie y con el gesto característico de Ricky Maravilla.
Nota: Patricia Patocco
Fotografía: Pablo Karanicolas