Las fotos que circulan dan cuenta de filas de 6 km de autos en la frontera a Chile, tratando de ingresar en plan de compras.
El mes pasado, en el black friday se veían por tv imágenes de comercios de Estados Unidos, con ofertas descabelladas, en las que la gente entraba como malón a los negocios, golpeándose, cayendo al piso, pasándose por encima…
En la zona sur de Montevideo, Uruguay, en el barrio de Punta Carretas se erige un enorme centro comercial, como en tantas ciudades del mundo. Pero éste es verdaderamente grande.
Su magnitud, da escalofríos.
Un predio reciclado. Antiguo por fuera, lujoso y elegante por dentro, cuya extensión con estacionamiento abarca 6 manzanas, 4 pisos, con escaleras mecánicas y convencionales, enorme estacionamiento, supermercado, locales, cines y mucha luz.
Como en todo shopping la temperatura siempre es agradable y la gente circula en demasía. Caminamos lentos, como anestesiados mirando vidrieras, hipnotizados por las luces. Es domingo, y parece un hormiguero humano. Es la hora en que todos, al fin y al cabo entendemos que se terminó el fin de semana, pero no intentamos capturar el viento en la cara, el olor a las calles de la ciudad, no; más bien seguimos dando vueltas bajo la luz artificial.
La estridencia de los arreglos navideños de la plaza central congrega- como en cualquier shopping- a chiquillos de todas las edades junto a padres, madres y abuelos que gritan para tomarles la foto.
Las escaleras mecánicas suben y bajan sin pausa, abarrotadas de gente de rostros aburridos, con bolsas, paquetes, cochecitos.
La gente come, bebe, compra, consume y si los bolsillos no alcanzan – como le sucede a la mayoría- miran y caminan. Caminan y miran.
Es el gran paseo del consumo, idéntico en tantas ciudades, porque al fin y al cabo, los shopping reciclan en todo lados las mismas ideas: un sitio donde comprar, en donde no se sabe si es de día o ya anocheció, ni en que estación vivimos.
Una cápsula en la que estamos presos del deseo y del consumo. Un silencio ensordecedor en un tiempo neutro, de marcas internacionales. Podría ser Argentina o México.
Sin embargo, dicen las crónicas que este fabuloso predio fue construido en realidad en 1915 y fue una penitenciaría, un penal…la cárcel de máxima seguridad más grande de Uruguay. Famosa por fugas de anarquistas hacia 1930. Más famosa aún por la fuga de los tupamaros en 1971 (entre ellos, el ex presidente Pepe Mujica).
Famosa también por un terrible motín que marcó su destino: se cerró definitivamente en 1986.
¿Se cerró la cárcel definitivamente?
No hay caso… da escalofríos.
(Patricia Patocco, 12 de diciembre de 2016)