Cultura
AGITADAS PASCUAS

La siesta es tan larga que las estanterías ya comienzan a caer.

La cuarentena comenzó con estupor, con ideas creativas para hacer todo desde casa, con enorme solidaridad de cada uno de los sectores de la población. Pero la paciencia de los primeros días se va transformando lentamente en angustia y hasta desesperación cuando se cierran los caminos y no aparece perspectivas de trabajo ni soluciones de dinero.

Sobre todo para quienes no trabajan para el Estado, los independientes que somos muchos y en los más diversos rubros.

Los artistas, artesanos y trabajadores intelectuales no son la excepción y pasado el furor de los “lives” por las redes, con los que no ganan un mango, salvo visibilidad para algún futuro, ya hicieron presentaciones concretas a la Secretaría de Cultura de la Provincia, buscando soluciones pero además, aportando ideas.

La respuesta de la Secretaría, cayó muy mal.

Por una parte se instrumentó un concurso en el que se invita a toda la comunidad salteña mayor de 14 años – no solo artistas- “a ponerse creativos”, mandar un video haciendo alguna cosita: y de premio: actuar en el escenario.

Los artistas profesionales- esto es que viven de su arte y docencia, en la mayoría de los casos- se indignaron ante esta acción más acorde a un concurso de la escuela primaria que a una verdadera política de salvataje.

Estas cosas suceden cuando se desconoce la profesionalización de cada sector. Lo vemos muy bien también en el periodismo.

Acto seguido se lanzó un Fondo Ciudadano extraordinario, algo que funcionó bien en los últimos años de recesión, con dos convocatorias anuales ordenadas, con montos dignos y que permitió que mucha gente pudiera pagar parte de diversos proyectos. No era mucho pero ayudó a muchísimos. Ahora, se lanzó nuevamente de manera extraordinaria con un subsidio $25 mil pesos, para 120 personas. Eso es todo.

Pero no, no es todo.

Esta sequía de ideas nuevas – salvo una que otras destinadas exclusivamente al espectáculo – está íntimamente relacionada con la escasez de recursos económicos-, que, aunque no hubiera existido la pandemia del Covid 19, se hubiera sentido igual.

Recordemos que luego de haber sido Ministerio de Cultura, Turismo y Deportes su denominación y funciones se fueron modificando y degradando hasta convertirse en una mera Secretaría, sin fondos acordes a la magnitud y servicios que presta o debe prestar. Un verdadero retroceso para la cultura salteña que comenzó cuando se antepuso la palabra Turismo a Cultura y Deportes y finalmente en esta nueva gestión cuando se lo ubicó dentro del Ministerio de Educación como una Secretaría.

¿No tiene acaso la cultura, entidad propia suficiente para tener rango de Ministerio?

Pese a las diversas “sentadas”, notas y presentaciones que hicieron los artistas desde que en diciembre pasado asumieran las nuevas autoridades, el Ministerio de Turismo sentó sus bases en Caseros 460, en el antiguo despacho del Ministro de Cultura, apropiándose de parte importante de una casa emblemática.

La casa propia es todo un símbolo para cualquiera y cuanto más, un triunfo de los artistas que a través de varias generaciones intentaron aglutinar en ese sitio estable, mucha producción cultural de Salta cuyo prestigio recorre el mundo desde hace décadas.

Un símbolo, una casa, compartida con el Ministerio de Turismo, un ministerio que no es siquiera de quien depende Cultura, ya que ahora – luego de unos años de estar subsumida bajo el ala del turismo, está en la órbita del Ministerio de Educación.

¿Y qué es lo que nos sostiene espiritualmente ahora? Una película, la música, leer, escuchar a un filósofo, entrar a un museo on line, ver una función de teatro on line, entre otras actividades del índole de la cultura.

La cultura es como siempre y más que nunca, sanadora.

Cuando salgamos de las urgencias, la vamos a necesitar imperiosamente. Pero al alcance de la mano de todos, sin improvisaciones, gozando de producciones de calidad y con una gestión estatal a la altura de las circunstancias. Ideas, dinero y respeto a los profesionales.

Es hora de que los artistas, artesanos e intelectuales de Salta sean escuchados y el Estado destine fondos también en la urgencia, para todos los que hacen del trabajo independiente su sino en la vida.

(Patricia Patocco)