Elvira Sastre nació en 1992 en Segovia. Gracias a la influencia de su padre, se aficionó a la lectura a temprana edad, y a los 12 años escribió su primer poema. Cuando tenía 15 comenzó su blog Relocos y recuerdos. Poco tiempo después, ganó el concurso de Cuentos Emiliano Barral del instituto de secundaria Andrés Laguna donde estudió, con el relato corto Saudade.
La autora, que es filóloga y traductora, apenas tiene 29 años, pero ya lleva más de un lustro publicando poemas y textos breves en sus redes sociales. Solo en su perfil de Instagram (@elvirasastre) tiene más de medio millón de seguidores. Durante la pandemia también participó de lecturas en vivo, y solo en Instagram supera el medio millón de seguidores. Sin embargo, también publicó con regularidad, desde su primer libro de poemas Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo y la novela Días sin ti, que mereció el premio Biblioteca Breve en 2019.
Unos meses después, en mayo de 2014, la editorial Valparaíso Ediciones, con sede en España y en América Latina, le propuso publicar su segundo poemario, Baluarte
Paralelamente a su labor literaria, Elvira se dedica a la traducción profesional.
SUS POEMAS
YO NO QUIERO SER RECUERDO
A la mierda el conformismo
Yo no quiero ser recuerdo
Quiero ser tu amor imposible
Tu dolor no correspondido
Tu musa más puta
El nombre que escribas en todas las camas
Que no sean la mía
Quien maldigas en tus insomnios
Quien ames con esa rabia que solo da el odio
Yo no quiero
Que me digas que mueres por mí
Quiero hacerte vivir de amor
Sobre todo cuando llores
Que es cuando más viva eres
Yo no quiero que tu mundo se dé la vuelta
Cada vez que yo me marche
Quiero que darte la espalda
Solo signifique libertad
Para tus instintos más primarios
Yo no quiero quitarte las penas y condenarte
Quiero ser la única
De la que dependa
Tu tristeza
Porque esa sería
La manera más egoísta y valiente
De cuidar de ti
Yo no quiero hacerte daño
Quiero llenar tu cuerpo de heridas
Para poder lamerte después
Y que no te cures
Para que no te escueza
Yo no quiero dejar huella en tu vida
Quiero ser tu camino
Quiero que te pierdas
Que te salgas
Que te rebeles
Que vayas a contracorriente
Que no me elijas
Pero que siempre regreses a mí para encontrarte
Yo no quiero prometerte
Quiero darte
Sin compromisos ni pactos
Ponerte en la palma de la mano
El deseo que caiga de tu boca
Sin espera
Ser tu aquí y ahora
Yo no quiero que me eches de menos
Quiero que me pienses tanto
Que no sepas lo que es tenerme ausente
Yo no quiero ser tuya
Ni que tú seas mía
Quiero que pudiendo ser con cualquiera
Nos resulte más fácil ser con nosotras
Yo no quiero quitarte el frío
Quiero darte motivos para que cuando lo tengas
Pienses en mi cara
Y se te llene el pelo de flores
Yo no quiero viernes por la noche
Quiero llenarte la semana entera de domingos
Y que pienses que todos los días
Son fiesta
Y están de oferta para ti
Yo no quiero tener que estar a tu lado
Para no faltarte
Quiero que cuando creas que no tienes nada
Te dejes caer
Y notes mis manos en tu espalda
Sujetando los precipicios que te acechen
Y te pongas de pie sobre los míos
Para bailar de puntillas en el cementerio
Y reírnos juntas de la muerte
Yo no quiero que me necesites
Quiero que cuentes conmigo hasta el infinito
Y que el más allá
Una tu casa y la mía
Yo no quiero hacerte feliz
Quiero darte mis lágrimas
Cuando quieras llorar
Y hacerlo contigo
Regalarte un espejo
Cuando pidas un motivo para sonreír
Adelantarme al estallido de tus carcajadas
Cuando la risa invada tu pecho
Invadirlo yo
Cuando la pena atore tus ojos
Yo no quiero que no me tengas miedo
Quiero amar a tus monstruos
Para conseguir que ninguno
Lleve mi nombre
Yo no quiero que sueñes conmigo
Quiero que me soples
Y me cumplas
Yo no quiero hacerte el amor
Quiero deshacerte el desamor
MAMÁ, TÚ NO CUMPLES AÑOS, CUMPLES SUEÑOS
Llevas más de medio siglo
a las espaldas
pero en tus ojos,
algunos días,
a media tarde,
cuando el reloj hace sombra
con tu libro y tu café,
se te inundan los ojos de primaveras…
y por un momento parece
que vuelves a estar en tu habitación de niña,
que los rizos te sacuden los hombros
mientras conquistas algún columpio
y los parques y los libros y la merienda
se convierten en tus mejores aliados.
Llevas a la espalda también varios cuerpos llenos de amor:
Uno se enamoró de ti
como un loco poeta
y dejó de mirar a la luna
cada vez que tú abrías los ojos
-aún se le puede ver de noche
con la ventana abierta
mirando tu cara dormida-.
Otros
salieron de ti
como salen los milagros,
apretando fuerte los puños
y cerrando los ojos,
mientras tú abrías esas alas
que no te caben en el pecho,
y te amaron
-te aman-
incluso cuando vuelan lejos
de tus brazos
porque tú les enseñaste a vivir.
Una de ellas
es la belleza hecha carne,
cómo no serlo si lleva tu cara
y tus andares
y esa mirada tan tuya
que oculta tanto misterio
que hasta los ciegos la quieren ver.
Otro,
se sigue escondiendo detrás de tus piernas
cada vez que sale a la calle,
busca tus dedos entre su pelo
porque solo tú le llenas el cabello de tanta ternura… que sólo hay paz en su cabeza,
hunde la nariz en tu abrazo para tenerte cuando no estés en la habitación de al lado,
llora cuando le explota el pecho izquierdo pero se le pasa al tercer latido
porque sabe que tú sigues ahí, que eres su casa,
y que no hay mejor lugar en el mundo que tú.
Lo que quiero decir mamá,
es que mientras tú cumples años
los demás cumplimos sueños contigo.
Verte reír es un atentado contra las lágrimas;
verte vivir es saber que ninguna guerra llegará a nuestras trincheras.
Verte,
en definitiva,
es aprender el amor y la vida.
No dejes de cumplir años,
no dejes de cumplirnos,
no dejes de vivir.
No te vayas nunca Mamá.
SOMOS MUJERES
Miradnos. Somos la luz de nuestra propia sombra, el reflejo de la carne que nos ha acompañado, la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.
Somos el azar de lo oportuno, la paz que termina con las guerras ajenas, dos rodillas arañadas que resisten con valentía.
Miradnos. Decidimos cambiar la dirección del puño porque nosotras no nos defendemos: nosotras luchamos.
Miradnos. Somos, también, dolor, somos miedo, somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro que pretende marcar un camino que no existe. Somos, también, una espalda torcida, una mirada maltratada, una piel obligada, pero la misma mano que alzamos abre todas las puertas, la misma boca con la que negamos hace que el mundo avance, y somos las únicas capaces de enseñar a un pájaro a volar.
Miradnos. Somos música, inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables, luz en un lugar que aún no es capaz de abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos, porque la belleza siempre cegó los ojos de aquel que no sabía mirar.
Nuestro animal es una bestia indomable que dormía tranquila hasta que decidisteis abrirle los ojos con vuestros palos, con vuestros insultos, con este desprecio que, oídnos: no aceptamos.
Miradnos. Porque yo lo he visto en nuestros ojos, lo he visto cuando nos reconocemos humanas en esta selva que no siempre nos comprende pero que hemos conquistado.
He visto en nosotras la armonía de la vida y de la muerte, la quietud del cielo y del suelo, la unión del comienzo y del fin, el fuego de la nieve y la madera, la libertad del sí y el no, el valor de quien llega y quien se va, el don de quien puede y lo consigue.
Miradnos, y nunca olvidéis que el universo y la luz salen de nuestras piernas.
Porque un mundo sin mujeres no es más que un mundo vacío y a oscuras. Y nosotras estamos aquí para despertaros y encender la mecha.