Fayad Jamís nació en 1930 en Ojocaliente (México). Cuando era todavía un niño, se trasladó junto con sus padres a Cuba, donde transcurrió gran parte de su infancia y juventud.
Poeta, pintor, diseñador, periodista y traductor, fue coeditor de las Ediciones La Tertulia y director de Ediciones F. J. Fue jefe de la plana cultural de Combate y del suplemento dominical del Periódico Hoy. Ejerció como profesor de pintura en la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán.
Participó del movimiento llamado Grupo de los Once, a través del cual muchos artistas se reunían con el fin de intercambiar ideas y de planificar un mundo mejor. Allí comenzó a gestarse la idea de la Revolución, pero dicha iniciativa se vio truncada por fuerzas externas.
En 1954, Fayad se mudó a París junto a su esposa y su hija. Allí conoció a André Breton, una de las figuras fundamentales de la poesía francesa del momento, con quien efectuó su primera exposición artística. También de esa época datan algunos de sus poemas más famosos, como «Vagabundo del Alba», el cual dedicó especialmente a Nicolás Guillén. Nueve años más tarde, regresó a Cuba para colaborar con uno de los acontecimientos más importantes de la historia de su tierra: la Revolución Cubana.
Jamís falleció en 1988 en La Habana. Entre los premios recibidos, el Casa de las Américas, obtenido con su obra «Por esta libertad». Otras de sus publicaciones fueron «La Pedrada» y «Los párpados y el polvo”
Contémplala: es muy bella
Contémplala: es muy bella, su risa golpea
la costa,
toda de iras y espumas. Pero no intentes
decirle lo que piensas. Ella está en otro mundo
(tú no eres más que un extranjero de sus ojos,
de su edad)
Dile, en todo caso, que te gustan sardinas fritas,
sobre todo una tarde en que llueve un inolvidable
vino blanco. Háblale del hermoso fuego
de tu patria.
Ella es clara y oscura como la lluvia
en que reina
su ciudad. Sus ojos se detienen en un punto
movedizo
entre la estación del amor y un tiempo
imprevisible.
Claro que a veces olvidas (por un instante,
es cierto)
tu oficio de notario, y, como ser humano al fin,
te pones a hablar líricamente de política.
Lo mejor
que puedes hacer es convencerte de que la poesía
te completa,
comprobar que has cruzado el lindero del horror
y la angustia,
la bella ciudad empedrada
para encontrar lo que no podía ser el amor
sino el poco de sueño
que recuerda un gran sueño.
Abrí la verja de hierro
Abrí la verja de hierro,
Sentí como chirriaba, tropecé en algún tronco
y miré una ventana encendida, pero la madrugada
devoraba las hojas y tú no estabas allí diciéndome
que el mundo está roto y oxidado. Entré,
subí en silencio las escaleras, abrí otra puerta,
me quité el saco, me senté, me dije estoy sudando,
comencé a golpear mi pobre máquina de hablar,
de roncar y de morir (tú dormías, tú duermes, tú
no sabes
cuánto te amo), me quité la corbata y la camisa,
me puse el alma nueva que me hiciste esta tarde,
seguí tecleando y maldiciendo, amándote
y mordiéndome
los puños. Y de pronto llegaron hasta mí
otras voces:
iban cantando cosas imposibles y bellas, iban
encendiendo
la mañana, recordaban besos que se pudrieron
en el río,
labios que destruyó la ausencia. Y yo no quise decir nada
más: no quiero hablar, acaso en el chirrido
de la verja rompí cruelmente el aire de tu sueño.
Qué importa entrar o salir o desnacer.
Me quito los zapatos
y los lanzo ciego, amorosamente, contra el mundo.
POEMA
¿Qué es para usted la poesía además de una piedra horadada por el sol y la lluvia,
Además de un niño que se muere de frío en una mina del Perú,
Además de un caballo muerto en torno al cual las tiñosas describen eternos círculos de humo,
Además de una anciana que sonríe cuando le hablan de una receta nueva para hacer frituras de sesos
(A la anciana, entretanto, le están contando las maravillas de la electrónica, la cibernética y la cosmonáutica),
Además de un revólver llameante, de un puño cerrado, de una hoja de yagruma, de una muchacha triste o alegre,
Además de un río que parte el corazón de un monte?
¿Qué es para usted la poesía además de una fábrica de juguetes,
Además de un libro abierto como las piernas de una mujer,
Además de las manos callosas del obrero,
Además de las sorpresas del lenguaje -ese océano sin fin totalmente creado por el hombre-,
Además de la despedida de los enamorados en la noche asaltada por las bombas enemigas,
Además de las pequeñas cosas sin nombre y sin historia
(un plato, una silla, una tuerca, un pañuelo, un poco de música en el viento de la tarde)?
¿Qué es para usted la poesía además de un vaso de agua en la garganta del sediento,
Además de una montaña de escombros (las ruinas de un viejo mundo abolido por la libertad),
Además de una película de Charles Chaplin,
Además de un pueblo que encuentra a su guía
y de un guía que encuentra a su pueblo
en la encrucijada de la gran batalla,
Además de una ceiba derramando sus flores en el aire
mientras el campesino se sienta a almorzar,
Además de un perro ladrándole a su propia muerte,
Además del retumbar de los aviones al romper la barrera
del sonido (Pienso especialmente en nuestro cielo y
nuestros héroes)?
¿Qué es para usted la poesía además de una lámpara encendida,
Además de una gallina cacareando porque acaba de poner,
Además de un niño que saca una cuenta y compra un helado de mamey,
Además del verdadero amor, compartido como el pan de cada día,
Además del camino que va de la oscuridad a la luz (y no a la inversa),
Además de la cólera de los que son torturados porque
luchan por la equidad y el pan sobre la tierra,
Además del que resbala en la acera mojada y lo están viendo,
Además del cuerpo de una muchacha desnuda bajo la lluvia,
Además de los camiones que pasan repletos de mercancías,
Además de las herramientas que nos recuerdan una araña o un lagarto,
Además de la victoria de los débiles,
Además de los días y las noches,
Además de los sueños del astrónomo,
Además de lo que empuja hacia adelante a la inmensa humanidad?
¿Qué es para usted la poesía?
Conteste con letra muy legible, preferiblemente de imprenta.
POR ESTA LIBERTAD
Por esta libertad de canción bajo la lluvia
habrá que darlo todo.
Por esta libertad de estar estrechamente atados
a la firme y dulce entraña del pueblo
habrá que darlo todo.
Por esta libertad de girasol abierto en el alba de fábricas
encendidas y escuelas iluminadas
y de tierra que cruje y niño que despierta
habrá que darlo todo.
No hay alternativa sino la libertad
No hay más camino que la libertad
No habrá más poema sin la violenta música de la libertad
Por esta libertad que es el terror
de los que siempre la violaron
en nombre de fastuosas miserias
Por esta libertad que es la noche de los opresores
y el alba definitiva de todo el pueblo ya invencible
Por esta libertad que alumbra las pupilas hundidas
los pies descalzos
los techos agujereados
y los ojos de los niños que deambulan en el polvo
Por esta libertad que es el imperio de la juventud
Por esta libertad
bella como la vida
habrá que darlo todo
si fuere necesario
hasta la sombra
y nunca será suficiente.
POR UNA BUFANDA PERDIDA
Aquella bufanda color de oro viejo
que me había acompañado a vivir durante tres años
la miseria la gloria de la luz el amor
la soledad de las calles estrechas como ataúdes
y todos esos instantes que el agua va grabando con
líneas verdosas en la frente de las estatuas
Aquella bufanda de color oro viejo comprada en la
bruma de Génova
(quinientas liras a la entrada de Europa)
bufanda bandera de libertad bandera de poesía
en un mundo de piedras gastadas en que el hombre
dolorosamente
trata de renovarse sin cesar
para no envejecer
para no morir
Aquella bufanda color de perro de la rue Visconti
(esa calle en que siempre está nevando y lloviendo)
acabo de perderla se ha quedado allá atrás
con un poco de mi juventud ahora que la humedad habita los muros
y que la noche crece bajo los abrigos
con el temblor helado de las ramas.
AUSCHWITZ NO FUE EL JARDIN DE MI INFANCIA
Auschwitz no fue el jardín de mi infancia. Yo crecí
entre bestias y yerbas, y en mi casa
la pobreza encendía su candil en las noches.
Los árboles se cargaban de nidos y de estrellas,
por los caminos pasaba asustándose una yegua muy
blanca.
Auschwitsz no fue el jardín de mi infancia. Sólo puedo
recordar el sacrificio de las lagartijas,
el fuego oscuro del hogar en las noches de viento,
las muchachas bañando sus risas en el río,
la camisa sudada de mi padre y el miedo
ante el brutal aullido de las aguas.
Auschwitz no fue el jardín de mi infancia, comí
caramelos
y lágrimas, en mi avión de madera conquisté
nubes de yerba y no de piel humana.
Soy un privilegiado de este tiempo, crecí bajo la luz
violenta de mi tierra, nadie me obligó a andar
a cuatro patas, y cuando me preguntan mi nombre
un rayo parte la sombra de una guásima.