Se presentó durante septiembre con muy buena presencia de público la obra teatral Alborada calle 4.
Se trata de la primera obra escrita y dirigida por una joven artista local Justina Ovejero, radicada en nuestra ciudad nuevamente, luego de algunos años de estudio en Buenos Aires. La obra aborda el tema de la discriminación a través de una comedia ligera donde se conjuga risas, pena y emoción en igual medida. Dialogamos con ella al fin de la última función y comentó lo siguiente
Cómo se te ocurrió este tema?
El tema es algo que me interpela y me duele. En mi casa siempre trabajaron muchas niñeras y empleadas domésticas.
Hubo una en particular que vivía con nosotros, que fue como una hermana para mí. Era jovencita y había pasado muchas cosas para poder venir a trabajar desde Bolivia.
Pude ver como a ella y a otra gente boliviana se las discriminaba en lo cotidiano y fue algo que siempre me generó mucho dolor. Escuchar el bolita esto, el bolita lo otro.
La obra me permitió expresar estas situaciones tan salteñas, llevándolas a una ficción liviana.
Fue muy difícil tratar de manera sencilla algo tan complejo como el racismo y el prejuicio.
¿Te llevó mucho tiempo la escritura?
Escribirla, una noche. Pensarla y sentirla 5 años. En la primer semana de encierro por la pandemia estaba con insomnio y me senté en la computadora, sin saber que iba a escribirla.
Y esa noche me encontré sin poder parar de escribir hasta tener el primer boceto de la obra finalizado. Luego vino el tiempo de la corrección y adaptación.
Luego la dirección, cómo fue la tarea de componer a los personajes?
El trabajo de la protagonista, Adi, fue el más complejo.
Con Florencia Heredia trabajamos muchísimo en crear a esta niña de campo dulce e inocente. Decidimos no abusar del acento, sino más bien que sea una mujer del campo con otro tipo de ritmo y tono.
Florencia es hija de una argentina y un boliviano. Y conocía desde su vivencia algunas de las situaciones abordadas en la obra.
La mirada profunda de ella sobre el material, el tremendo casting que hizo y el talento actoral que tiene, fueron los ingredientes para que su trabajo de construcción a Adi sea realmente placentero de observar y dirigir.
Trabajamos mucho entre las hermanas Adi (Florencia Heredia) y Delicia (Luz Armella) para generar desde lo personal vínculos, semejanzas y sueños en común. Buscamos trabajar fuera de los personajes hasta que generaron la empatía y la conexión necesaria en lo real para abordarlos. Luego se trabajó en conjunto para buscar a estas 2 hermanas.
Con Don Juanca y Doña Moni, creamos desde los personajes situaciones cotidianas de improvisación para ver cómo cada uno resolvería distintos escenarios.
Son personajes a los que no quisimos juzgar en ningún momento sino entender el por qué de su comportamiento.
Aquí no hay buenos y malos.
Solo personas que repiten patrones aprendidos, personas que pueden cambiar. Y esa transición estuvo muy bien lograda por César Rey y Ana Lía Parodi.
¿Cómo fue escribir y dirigir la propia obra?
Fue un desafío intentar darle un aire liviano a un tema que me parece grave y complejo.
Todo el tiempo intentaba alivianar la obra para que el espectador se quede y se vea reflejado, o no en el material.
La dirección es hermosa, más cuándo uno puede trabajar y profundizar con actores y actrices que aman lo que hacen y que son sumamente generosos con su actuación.
Martin Soria fue mi mano derecha en la primera parte del proceso.
Su mirada a la corporeidad del elenco fue clave para lograr algo orgánico y organizado.
En la puesta tuve mucha ayuda de mis padres. Ambos cuentan con una visión sobre el arte que admiro profundamente.
Mi mamá Magdalena Trucco que es también artista plástica, logró darle la pincelada final que necesitaba la obra en cuánto a lo estético.
Me descubrí dirigiendo y es algo más que agregué a la lista de roles que amo.
– ¿Volvés a presentarla?
Si, aún no se cuándo. Estamos inscribiéndonos a la fiesta provincial del teatro, en caso que quedemos seguramente esa será nuestra próxima fecha.