Margarita Sundbland
EL POETA A SU AMADA

 

(Por Rosa Machado)

Hace unos días nos dejó Margarita Sundblad. Alguien muy querido en el ámbito artístico en general, su presencia generaba la unión de mundos sugeridos pero presentes, lograba humanizar lo distinto, borraba rencores, no era difícil encontrarla en las carpas rodeada de poetas, pintores, músicos donde los artistas populares, tenían sus merecidos prestigios. Podemos decir que Margarita, con su don, fue capaz de contemporizar con gente muy diversa, y eso fue lo que la reveló como una persona, que en compañía de otros, era capaz de legitimar la creatividad popular, sus expresiones particulares.  Desde ya fue una musa para los poetas de la generación del 60.

Hasta hace muy poco Margarita Sundblad era asidua a las reuniones literarias de los poetas salteños, a las convocatorias de su amiga Teresa Leonardi, infaltable a los festejos populares, y también fue anfitriona de visitantes ilustres de la literatura, como Nicanor Parra, Ernesto Sabato, Maria Esther de Miguel, Juan José Hernandez, Amelia Biagione, entre otros. Ligada al ámbito literario a través de Antonio Nella Castro, importante escritor salteño, su compañero, fallecido en el año 1989. Vino a mis manos el poemario póstumo que lleva el nombre de su amada “Margarita el fuego y yo” donde su poesía se derrama en una intensa ternura y fervorosa pasión, publicado por la Comisión Bicameral Examinadora de Obras de Autores Salteños.

Tras su partida, la recuerdo entre amigos comunes que apreciamos su presencia alentadora. La actividad artística está rodeada de personas que no firman las obras que se producen, pero sin sus contribuciones, materiales y espirituales,  tal vez nunca se hubieran realizado.

Les dejo unos  poemas de Antonio Nella Castro dedicados a ella, todos del libro «Margarita el fuego y yo» de Antonio Nella Castro

¿Qué pensarás al verme sin saco por la vida?

Con la ternura puesta como ropa en la soga.

Desnudo desde el ángel me siento más a gusto.

Ven nomás de visita trayendo tu canasta.

Aquí todo es distinto.

Las nubes acarrean el tiempo como hormigas.

Florecen los acantos

y subo por sus varas hasta la Vía Láctea.

Aquí se amansa el mundo y el corazón se triza

como torta de chuño.

Y soy más hombre entonces.

Me doy cita contigo.

Converso con EL Fuego.

y disfruto las noches hasta el último vino.

 

Ahora todo ha quedado en silencio

El futuro no habita mi corazón.

Un túnel de sesenta años de largo

La puerta es otra puerta

y son otros mis pasos.

 

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El Fuego está encendido

y el cuarto se caldea como un horno de barro

Perdido en las astillas mi corazón se quema cada vez más humano.

¿Porqué si estás ausente me

me siento tan inválido?

Fue muy duro el camino

para andarlo descalzos.

Y se hizo muy difícil

vivir sin lastimarnos.

Afuera llueve a baldes.

El agua de los techos se junta en las tinajas.

Tenemos que marcharnos antes que la mañana llene todo de fango.

Nuestro amor fue este Fuego

y aún no se ha apagado.

 

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Bajo del algarrobo, están apretujándose

las bestias apiñadas.

Un vaho sube al cielo

desde sus cuerpos húmedos.

¿Cuál será mi cobijo

cuando no estemos juntos?

 

 

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Aquí están las cenizas.

La sombra del amor en los espejos.

Las sangrientas tejuelas

que cuento cada vez que miro el techo.

Ese río que pasa

frente al Fuego

como un caballo corrido por los perros.

Nos dimos

como los árboles al suelo.

Y fuimos como los árboles

cuando los trajina el viento.

Tres años nos amamos entre cruces

haciendo florecer a los maderos.

Cien veces se jugaron nuestra túnica.

Y cantó el gallo. Y se hizo oscuro el cielo.