-Cuchichean a puertas cerradas. Corre el agua, ríen, charlan y vuelven a reír.
El padre le pasa al hijo la técnica: “Ahora así, hacia arriba…; la espuma por acá, ojo con los labios…; no tan fuerte, fíjate acá que quedó desprolijo…”
Uno a uno, todos los secretos del ritual. Tan simple, tan sencillo.
Primera afeitada y ese día quedará por siempre guardado en su memoria. Hasta que lo olvide y cada movimiento se transforme en algo automático de cada día. Pero volverá, regresará a su memoria cuando le toque enseñar a algún otro, quizás a un hijo.
-Domingo en la plaza. Van juntos, el niño cae y retoma el equilibrio, un esfuerzo más y ya sale. De tanto insistir, la pedaleada sale pareja y es una y otra vuelta pero vuelve a caer y otra vez arriba. Su papá camina, sostiene, corre, transpira como loco y grita alborozado cuando por fin el círculo perfecto se prodiga en la alegría de ambos. Cada domingo repetirán el paseo en bicicleta. Aún muchos años después, con el padre muerto y él viviendo tan lejos de aquellos bosques de Palermo, la sensación del viento en la cara y la alegría, junto a su papá seguirán en su memoria.
-El muchacho llega cansado el sábado a la siesta. Reparte gaseosas y es pesado el trabajo, pero es “padre soltero” y su hijo juega al fútbol esa tarde así que ahí va. Lo sube a la moto, junta las camisetas en la bolsa y como no tiene carga en el celular va a lo de los amiguitos, casa por casa, avisando del partido. Lo deja en la cancha y cuando están todos se va un rato para dejarlo estar…ya tiene 10 años…pero antes que termine el partido vuelve y se queda ahí, sentado en su moto…observando de lejos. El chico nunca lo olvidará.
Construcciones domésticas que moldean indelebles “santo y seña” de otras formas de la virilidad. Esas que no se arman a cachetazo limpio, ni en el prostíbulo, ni junto al alcohol.
Otras masculinidades.
Esas necesarias para deconstruir las estadísticas del horror, que señalan que en mayo de 2017 ingresaron casi mil nuevas causas por hechos de violencia familiar y de género a los juzgados específicos y 10 mujeres perdieron la vida en la provincia de Salta a manos de un hombre.
¿Y si faltara ese poco de ternura entre padres e hijos varones? Entre otras muchas cosas, claro…pero ,¿y si fuera la ternura que como una antorcha pudiera pasarse de padres a hijos? La del compartir, de estar cerca, de enseñar a ser hombre sin violencias.
Ceremonias repetidas.
Fraternidades de padres e hijos que se graban en la memoria del corazón, ese mapa con brújula, con el que luego armarán otro futuro.
Ya pasaron las fotos del día del padre y los discursos. Es urgente otro futuro.
(Patricia Patocco, 22 de junio de 2017)