VALIENTE Y AUSTERO

Dice el historiador Guillermo Furlong en su libro El paso de los Andes
“…Solo quien haya cruzado la cordillera puede formarse una idea de lo que fue realizar esa hazaña en 1817, llevar un ejército de 5423 hombres, con 9280 mulas, 1600 caballos y 16 piezas de artillería, además de vituallas, forrajes y municiones por sendas más que caminos. A lo que hay que añadir la escasez de agua en algunas ocasiones y el exceso en otras, los fríos intensos de noche y en pleno día el mal de montaña o soroche, la falta de pastos para el ganado y de leña para hacer fuego (…) Es una proeza que raya en la esfera de lo impracticable, de lo imposible”
Este cruce, está considerado por los historiadores como una de las mayores hazañas de la historia universal.
Miles de detalles asombrosos sal pimentan la epopeya. Por citar solo uno, San Martín llevaba además, un montón de perros – dicen que 500- para que mordisquearan los talones a las mulas cuando se empacaban, pero a la noche les ponían mantas a los animales.
Los números a veces, batallan entre sí
Mendoza, 2019.
Primavera fría. La ciudad es limpia, con veredas anchas y arboladas. Circundada por acequias diseñadas por los primeros habitantes de esa tierra, para asegurarse la distribución del agua, tan escasa en la zona.
Vamos a conocer el circuito de Alta Montaña.
Un viaje de 12 horas que inicia muy temprano. Circulamos a la par de la cordillera, por la ruta 7 bordeando la línea del antiguo ferrocarril fuera de uso.
El cielo límpido, profundamente celeste recorta las montañas en toda la gama de marrones secos y los viajeros atónitos, como quien mira por primera vez el universo y la vida…no hay palabras para la belleza absoluta.
Túneles, Potrerillos, más túneles, Uspallata, nombres con reminiscencias históricas desgranan cada tramo de la ruta. Después comienza el zigzag del camino de alta montaña. Como el mar, la montaña tiene esa capacidad deslumbrante de recordarnos cuán pequeños somos para tanta soberbia.
Luego de varias horas y temperatura en descenso se llega al Puente del Inca, un sitio con aguas termales, que alguna vez tuvo un hotel de lujo y ahora está devastado por el tiempo, los derrumbes y el azufre de la tierra que tiñe el paisaje de ocres formidables a 2.700 mt de altura.
Un poco más de travesía y llegamos al mirador del Aconcagua, destino final.
Bajamos. Hay que caminar unos 100 metros. Avanzamos lentos entre el apunamiento, el frío y el viento que parece empeñado en voltearnos.
Bella y hostil naturaleza.
Falta el aire, duele la cabeza y lentamente volvemos al vehículo, con el viento helado y sus dardos infinitos que perforan cualquier abrigo y el corazón latiendo a mil.
Almorzamos desaforados, algún menjunje caliente entre guiso y estofado que pese a todo, compone la situación.
¿Cómo fue posible el cruce de los Andes?
San Martín con su Ejército formado en solo 3 años, con soldados y hombres comunes, con esclavos tentados por promesas de libertad, con armas construidas por ellos mismos, a caballo durante 21 días entre las penurias, la enfermedad, el frío inclemente, sin todas las comodidades de hoy. San Martín entre sus úlceras y sus problemas respiratorios. Lo hicieron, llegaron a Chile y a los dos días pelearon la batalla de Chacabuco, liberando al país hermano y desde allí partieron a Perú.
Una epopeya cuyas cifras también dan batalla y se pelean ante los números increíbles de nuestros días.
Este año compitieron casi 16.000 pre candidatos para 445 cargos, solo en Salta, una provincia de Argentina, donde tuvimos 4 elecciones.
En esa voracidad por los votos, al electorado le dieron muestras de todo, menos de sensatez: jingles ridículos sin argumentos, acusaciones de robo, dobles candidaturas, peleas inconcebibles en espacios políticos pequeños, candidatos con ideas pero con la imposibilidad de manifestarlas con coherencia, querellas judiciales, alianzas insólitas, un avioncito que atormentó las siestas de la ciudad capital, atentados a candidatos o a sus bienes, pegatineros protagonizando escenas de cow boy.
No se privaron de nada, no nos privaron de nada…
Fotos de rostros de miles de desconocidos, acompañantes de los candidatos principales empapelando las ciudades, aturdiendo la lógica y las expectativas.
Allá, la austeridad de una epopeya histórica, acá las vivencias de una época que nos tiene empantanados entre la codicia y la falta de pudor para exhibirla.
Allá la estrategia y el valor para liberar amplios territorios de América, acá violencias, amiguismo y apetito de cargos.
¿Con qué números se relatará este tramo de la historia argentina?
¿Cómo se pesa el coraje?
¿Cómo se mide la voracidad de poder? ¿Con qué vara medirán la desvergüenza?

Patricia Patocco, 9 de Noviembre de 2019